Alejandro Giammattei Falla se convertirá en enero en el próximo Presidente de Guatemala y como todos sus predecesores el sitio que ocupe en la Historia dependerá de sus actuaciones y del rumbo que le imponga a su gestión al frente de los destinos patrios. Tiene la oportunidad de emprender el camino de la transformación de nuestro sistema político para romper con todos los vicios del pasado, pero también puede darle no sólo continuidad sino ceder ante las presiones de quienes pretenden su prolongación que implica la acumulación de privilegios para unos pocos y el abandono de las necesidades de muchos.

Llega, como Jimmy Morales, luego de una valiosa contribución que se hizo para desnudar la corrupción y evidenciar la podredumbre del sistema político. El primero no sólo dilapidó la oportunidad que tuvo para pasar a la Historia como el gran transformador de esa Guatemala corrupta, porque en vez de asumir sus propias responsabilidades y las consecuencias, terminó haciendo causa común con los causantes del deterioro y acabó con el trabajo de depuración e impidió reformas, como la del Sector Justicia, que hubieran sido el punto de partida para la nueva y necesaria Guatemala.

El doctor Giammattei ha dicho que combatirá la corrupción y puede estar seguro que el compromiso con que realmente ejecute ese sentido será lo que ponga sello a su mandato. Porque después de cuatro intentos por alcanzar la Presidencia él tiene que conocer la realidad del país y en su caso no se puede suponer ignorancia respecto a los males estructurales que padecemos. Morales llegó en gallo después de una muy modesta carrera como cómico y no pudo ni supo cómo cumplir con sus deberes. Obviamente no es el caso del Presidente electo en el día de ayer porque su amplio recorrido político, que va más allá de sus cuatro candidaturas presidenciales, le tienen que haber dado un enfoque profundo de la causa de los males de la patria.

Todos los presidentes llegan con maravillosos planes elaborados alrededor de los serios problemas nacionales. La pregunta es por qué ninguno logra atenderlos e iniciar su solución. Y la respuesta es porque el sistema está hecho al gusto del cliente que termina siendo el financista que exige para sí toda la atención y los privilegios que el Estado puede generarles.

Si Giammattei logra romper esa perversa inercia de un sistema que olvida la promoción del bien común, puede pasar a la Historia como seguramente soñó anoche tras haber recibido la mayor cantidad de votos para ser electo Presidente de Guatemala.

Redacción La Hora

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