Por Grecia Ortíz
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Según el Organismo de las Naciones Unidas para la Migración (OIM), entre enero y junio de este año se han registrado un total de 54 mil 626 retornos al país de los cuales Huehuetenango, San Marcos, Quiché y Quetzaltenango son los departamentos que concentran a la mayoría de retornados, quienes según se ha documentado en varias oportunidades, vuelven al país en las mismas o peores condiciones de las que escaparon de sus comunidades, sin oportunidades de un empleo.
Mario*, un guatemalteco que retornó de Estados Unidos hace algunos meses al país, refirió que las oportunidades para quienes vuelven son peores incluso de cuando decidieron viajar buscando llegar a ese país, puesto que al volver muchos deben pagar deudas adquiridas por el trayecto.
En el caso de Mario, su vida es igual a cuando migró de Guatemala, aunque ahora tiene que pagar una extorsión para que le permitan trabajar como taxista.
Las estadísticas destacan que un 52.9 por ciento de estos retornos pertenecen a personas que provenían de Estados Unidos, mientras que un 47.1 por ciento lo hacían desde México.
De acuerdo a la OIM, Huehuetenango ha recibido a 8 mil 163 de los retornados, seguido de San Marcos con 7 mil 722, Quiché con 4 mil 861 y Quetzaltenango con 4 mil 347.
Comparado a 2016, la OIM destaca que hasta junio de este año es cuando más personas han sido retornadas.
VERZELETTI: VUELVEN A UNA SITUACIÓN DESASTROSA
El presbítero y director de Casa del Migrante en Guatemala y El Salvador, Mauro Verzeletti, señaló que cuando los connacionales vuelven toman su retorno como una “situación desastrosa”, porque salieron por no encontrar oportunidades y muchos hicieron inversiones a través de préstamos o hipotecas para intentar llegar a Estados Unidos.
“Al regresar al país no tienen cómo pagar las deudas que adquirieron y muchos de los papás pagan a sus hijos una herencia (para irse a EE. UU.) porque no ven un futuro”, comentó.
Verzeletti explicó que al volver al país, los deportados únicamente encuentran de parte del Estado un transporte que ni siquiera llega a sus comunidades de origen y menos pueden esperar que les ofrezcan alguna oportunidad de empleo.
“No sienten la presencia del Estado en la vida de ellos”, agregó el presbítero de Casa del Migrante, que recibe a los guatemaltecos que al volver necesitan de un albergue mientras retornan a sus lugares de origen.
Al final, según Verzeletti, los migrantes se quedan con las manos vacías y esperando “algo del cielo”, porque su situación es compleja.
Algunas iniciativas como Te Conecta, apoyan a los connacionales quienes buscan un empleo en diferentes ambientes aunque las oportunidades son escasas.
*Se utilizó nombre ficticio para proteger al entrevistado.