Un migrante descansando en un centro de detención en la ciudad de Sabha, a unos 650 kilómetros (400 millas) al sur de la capital, Trípoli, Libia. Foto la hora: AP.

Por ADEL OMRAN
BENGASI, Libia
Agencia (AP)

Migrantes retenidos en un pequeño y deteriorado centro de detención del sur de Libia dijeron que se sienten desatendidos por las organizaciones internacionales y que muchas veces pasan hambre por falta de comida.

Uno de los recluidos en centro de la ciudad de Sabha, unos 650 kilómetros (400 millas) al sur de la capital, Trípoli, es Ahmed Saleh Ibrahim, un sudanés de 19 años que llegó a Libia el año pasado con la ayuda de traficantes de personas. Fue arrestado por una patrulla de inmigración en la ciudad de Bengasi, en el oriente del país, y trasladado de un centro de detención a otro hasta que llegó a Sabha, 650 kilómetros al sur de la capital, Trípoli, hace cuatro meses.

«Hay poca comida, y por las noches hay muchos mosquitos, y el lugar está sucio», dijo Ibrahim hace poco a The Associated Press.

Mohamed Jibril, el asistente de administrador del centro, admitió que faltan «muchas cosas, incluso abastecimiento de agua», un generador y una clínica.

El centro consiste en tres edificios y puede albergar hasta 45 migrantes, pero ahora tiene menos después de que 20 de ellos fueron deportados, según Jibril.

Ibrahim trabaja diariamente en la cocina del centro, un cuarto espacioso con piso de baldosas sucias. Al igual que otros migrantes, duerme en un colchón de esponja o una cobija tendida en el piso de un salón de paredes grises cubiertas de grafitti mayormente con mensajes religiosos, tanto cristianos como musulmanes.

A los migrantes se les da acceso a teléfono para que llamen a sus familiares en sus países de origen, pero solo cuando visitan representantes de la Organización Internacional para la Migración, dijo.

Libia se convirtió en un punto importante para los migrantes africanos que escapan a Europa desde que la revuelta de la Primavera Árabe de 2011 derrocó al dirigente autoritario Moamar Gadafi, quién más tarde fue asesinado. La Unión Europea invirtió cientos de millones de euros para equipar y capacitar a la guardia costera de Libia y para mejorar las condiciones en los centros de detención.

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