Walter Juárez Estrada
Las falencias que marcaron la primera ronda electoral han originado desconfianza en la población para definir el balotaje en la segunda ronda del 11 de agosto, quién de los dos será el ganador, dándose por seguro que el abstencionismo será el “gran ganador”. Los contendientes no inspiran confianza y dan por hecho que las promesas que ofrecen, no las cumplirán que obliga a Sandra Torres y Alejandro Giammattei, a hablar con la verdad y salir con ese discurso procaz que no conduce a nada que dé credibilidad al elector indeciso.
El Tribunal Supremo Electoral debió capacitar con tiempo a las Juntas Electorales y los que integraron las mesas receptoras de votos y si bien es cierto que hay una investigación del Ministerio Público para determinar si “fue un error humano”, en la tabulación de los votos en varios municipios, se deben deducir las responsabilidades de acuerdo con la ley. No es cierto lo que pregonaron proclives al oficialismo que hubo fraude, que no está tipificado en la ley; el ente electoral removió a los funcionarios de informática para “lavarse las manos,” pero -eso-, no resuelve el problema de fondo, a manipularse los votos de la aspirante Torres.
Para la segunda ronda se repetirán las elecciones municipales en cinco entidades, pero hasta ahora las investigaciones del MP, no han abierto proceso contra los que causaron daños en las sedes de las Juntas Electorales, que actuaron de manera violenta, al conocer que los alcaldes que se reeligieron habían recibido el rechazo de los vecinos, situación que con frecuencia se observa en las elecciones ediles, en razón que las mayoría de ediles han hecho compromisos con narcos y con aquéllos políticos que han invertido millones de quetzales para estar aferrados a sus curules y a las varas edilicias.
La desmotivación de la población rural tiene sus raíces, porque no les interesa quién es el Presidente, más si el diputado y alcalde y esa circunstancia ha dado lugar que en un evento para decidir quién será el nuevo Presidente, la votación baja. Oficialmente están registrados más de ocho millones aptos para votar; en la primera elección hubo un abstencionismo, que será mayor en las elecciones de agosto, quien llegue a dirigir el Ejecutivo, no tendrá la representación de la población, situación que ha sido constante en los últimos procesos electorales.
Los aspirantes Torres y Giammattei, deben dar certeza y credibilidad al electorado y no es con promesas que no podrán cumplir que van a motivar a los indecisos que con justo derecho tienen la potestad de decidir el futuro de Guatemala, que no se equivoquen como ocurrió hace cuatro años, que eligieron a un comediante sin programa de gobierno, que en su gestión por sus marcados desaciertos, al no tener asesores capaces que le digan qué es bueno y qué es malo y ahora tiene bajo sus espaldas la rescisión de la compra de los dos aviones en Argentina, que amenaza con accionar por falta de cumplimiento al compromiso que firmó Morales.