Emilio Matta

emiliomattasaravia@gmail.com

Esposo y padre. Licenciado en Administración de Empresas de la Universidad Francisco Marroquín, MBA de la Universidad Adolfo Ibáñez de Chile, Certificado en Métodos de Pronósticos por Florida International University. 24 años de trayectoria profesional en las áreas de Operaciones, Logística y Finanzas en empresas industriales, comerciales y de servicios, empresario y columnista en La Hora.

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Emilio Matta Saravia
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Iba a escribir mi columna semanal sobre otro tema, pero luego de leer el reporte que preparó y presentó la semana pasada OXFAM junto con ICEFI referente a la desnutrición crónica en Guatemala, y cómo no sólo hemos sido incapaces de reducirla, sino que además en 7 municipios la misma se ha incrementado, considero necesario llamar la atención de Sandra Torres y Alejandro Giammattei, candidatos presidenciales que disputarán la segunda vuelta, y la de los diputados y alcaldes ya electos, de que la prioridad principal del próximo gobierno debe ser la coordinación y ejecución de políticas públicas destinadas a eliminar este flagelo que durante décadas ha marcado para siempre la vida de 1 de cada 2 guatemaltecos.

Tal vez antes podíamos pecar de desconocimiento sobre el tema, pero hoy esa excusa ya no vale. No vale porque ya sabemos que es un mal existente a lo largo y ancho del país y también porque hay disponible en internet extensa documentación respecto la desnutrición crónica infantil y también sobre casos de naciones que la han reducido significativamente (y en algunos casos erradicado) con éxito.

Para poder combatir este mal, primero tenemos que entenderlo. Tenemos que entender que no es únicamente la población más pobre la que lo padece, es decir, quienes no tienen ingresos suficientes para comprar alimentos. El mal inicia con el desconocimiento (la falta de educación) de las madres de que ellas son las primeras que tienen que alimentarse bien, para poder alimentar al bebé y trasladarle los nutrientes y micronutrientes que necesitarán durante el embarazo y la lactancia, es decir, casi la mitad de los primeros mil días de vida del niño o niña, la fase más crítica en su desarrollo. Concientizar y educar a las futuras madres es un paso clave para combatir la desnutrición crónica y experiencias como la chilena lo confirman. A la par de la labor de concientización, se deben tener, principalmente en los municipios con mayor incidencia de desnutrición crónica, clínicas de atención primaria con pediatra, nutricionista, enfermeras y niñeras, tanto para atender a los niños que no la padecen como a los que ya la padecen y se necesite recuperar. Otro aspecto muy importante son las condiciones del ambiente donde vive la familia y se preparan los alimentos. El lavado de manos, tener pisos de cemento y baños adecuados y cerrados son condiciones cruciales para evitar infecciones intestinales causantes de diarrea y, por ende, la no asimilación de nutrientes esenciales para el crecimiento.

La totalmente errada postura de varios candidatos presidenciales, quienes creen que con la creación de empleo se puede combatir esta enfermedad, solo evidencia el nivel de ignorancia y desconocimiento que nuestros políticos tienen sobre la desnutrición crónica infantil, sus causas y, por ende, cómo combatirla y erradicarla. En vez de tener una actitud tan prepotente y soberbia para ignorar esta calamidad nacional (así se le debería llamar ya a nuestra situación), podrían tomar la decisión correcta, es decir, aprender sobre este tema y buscar los mecanismos para erradicar este infortunio de una vez por todas. Esta sería la mejor acción que pueden tomar como gobernantes.

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