Gladys Monterroso
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“En un país bien gobernado, la pobreza es algo de lo que avergonzarse. En un país mal gobernado, la riqueza es algo de lo que avergonzarse.” Confucio.
La democracia en teoría es conocida como una forma de organización social, en la que puede establecerse la convivencia mutua, conlleva la posibilidad de que existan medios de participación por parte de la ciudadanía, de que existan diferencias entre los participantes de dicho proceso. Dentro de sus principales características se encuentran: a) Presencia de múltiples partidos políticos; b) Sufragio universal, libre y secreto; c) Alternancia en el poder; y d) Representatividad; en Guatemala, convivimos en algo parecido a lo que han desarrollado los estudiosos, con sus variables, veamos:
En el recién realizado proceso electoral, esa presencia de múltiples partidos políticos, significó excesiva cantidad de los mismos, lo que representó que el voto se diluyera entre los menos conocidos, y solamente sobrevivieran con dificultades los que lograron colocar a un diputado, amén de la UNE, que es el único que cuenta con estructura en todo el país, y una figura que se ha mantenido vigente y que inspira sentimientos encontrados o se le ama o se le odia, pero se le conoce.
El sufragio cumplió con la definición democrática, fue secreto, universal, aunque muchos duden de la libertad del mismo, derivado de denuncias sobre regalos y otras formas nada éticas de solicitar el voto, pero en la urna en las ciudades cada quien decidió por quién votaba, no es lo mismo en el campo, en el que la falta de educación se convierte en un terror a no obedecer, porque se cree cualquier amenaza como cierta, por lo que la libertad queda en entredicho.
La alternancia se cumple parcialmente, porque no existen límites para alcaldes, síndicos y diputados, sería sano limitar esa permisividad en la ley, que ha convertido dichos cargos en verdaderos feudos en incontables espacios bastante perversos, como sucede en el interior de la república, y en muchos lugares de extrema pobreza.
La representatividad, trata de simbolizar a la sociedad por medio del parlamento (Congreso) personificado por los representantes que elige. En Guatemala, los electores desconocen a sus representantes. La representatividad se consigue por medio de sistemas electorales que garanticen que un voto es igual a una persona, pero una persona electoralmente ciega.
Derivado de lo anterior, podemos analizar el sentido del voto en nuestra república bananera, aunque algunos estratos no acepten que lo sea.
Veamos: El voto, obedece en las áreas marginales, así como las de mayor pobreza en el país, entre las que se encuentra concentrada el más grande porcentaje de desnutrición, analfabetismo, falta de posibilidades laborales; a quien ofrezca resolver esas necesidades inmediatas, a este tipo de votantes, poco o nada les resuelven sus problemas los programas de mediano, o largo plazo, estos ciudadanos necesitan mal vivir, lo demás para ellos es vanidad.
Baste imaginar la sensación de hambre, el analfabetismo crónico, el no tener dónde conseguir un jornal medianamente digno, ese grueso de la población, necesita alguien que medianamente ofrezca resolver sus grandes problemas, y cuando menciono medianamente, me refiero a una bolsa con alimentos, una ínfima cantidad de dinero, o una posibilidad de trabajo, porque recordemos que nadie ofrece programas sociales realistas.
El votante que vive en extrema pobreza votará por quien haya demostrado que mitigará esa situación de la que ha sido una víctima histórica.
Así que, no se puede hablar de democracia en un país que no vota por ideología alguna, que vota por quien ofrezca aminorar en lo más mínimo la indigencia en la que en este país se vive.
Por lo tanto, no es de asombrarse del resultado de las elecciones, el mismo es el resultado de la pobreza estructural, en que hemos vivido históricamente, no es que se venda el voto, es que se vota por necesidad, si la raíz del problema no cambia, el árbol no lo hará.