Jorge Raymundo
En el 2005 cuando Evo Morales se presentó por primera vez como candidato a la presidencia en Bolivia, nadie daba un solo centavo por él. Los únicos que confiaron y lucharon hasta lograr la victoria, eran los mismos campesinos e indígenas que lo vieron crecer y formarse como líder. Muchos lo descalificaron porque no tenía estudios universitarios de licenciatura o doctorados o tan siquiera bachiller como suelen ser los candidatos aquí en Guatemala, pero que sean canchitos y de sangre azul. Entonces el ser bachiller es suficiente porque la experiencia, la sabiduría o el conocimiento de la cosa pública, se trae en la sangre y por lo tanto no se cuestiona esa condición de no ser graduado universitario. Pero a Evo también lo cuestionaban que por su falta de título académico y su inclinación hacia la nacionalización de los recursos naturales, especialmente los hidrocarburos y el gas natural, seguramente era un trasnochado comunista que iba a destruir Bolivia. Pero como pensaron que esa presentación de su candidatura no iba a prosperar, lo dejaron participar, pero no se dieron cuenta que Evo Morales tenía atrás de sí todo un pueblo cansado de los políticos corruptos, sinvergüenzas y cínicos. Y es que, como lo ha dicho más de un escritor, los títulos no le dan la sabiduría, el temple, el conocimiento y la humildad para gobernar bien. Sino el genuino deseo de gobernar para servir y recuperar la soberanía del pueblo sobre los bienes de un país.
Algo así está sucediendo en Guatemala, con la emergencia de Thelma Cabrera en el escenario político guatemalteco en un momento en que la vieja política y la dizque “nueva política” se debaten entre ellas mismas porque debido a su ambición y su ambigüedad en sus planteamientos políticos, no ofrecen medidas concretas y factibles para solucionar los grandes problemas nacionales rezagados por siglos. Todos somos testigos del crecimiento en la popularidad de doña Thelma no por su discurso bonito, rebuscado en los diccionarios de la política tradicional, sino en hablar claro, sencillo, pero directo. Y eso es lo que gusta a la gente, sobre todo al pueblo que está harto de los ofrecimientos populistas de los mismos candidatos, algunos con cuatro o cinco veces que participan. A los oligarcas de este país, los asusta cuando ella afirma que una de sus prioridades y primeras acciones, es nacionalizar los recursos naturales que en mala hora uno de esos bachilleres canchitos hizo negocio vendiéndolos con sus cuates y quien quita entre sus familiares. Les asusta que diga doña Thelma que el salario de un presidente de este empobrecido país, no debería ser más allá de 5 salarios mínimos, o que diga que va a someter a la consideración del Congreso y de los pueblos, la posibilidad que la CICIG regrese y pueda seguir combatiendo la corrupción y la impunidad en Guatemala.
Pero doña Thelma no la tiene fácil porque como dijo la otra doña Thelma, ella está luchando contra el machismo, el racismo, el patriarcado y sobre todo luchando, por cierto de buena fe, contra un sistema de corruptos, de sinvergüenzas, de ladrones y de malas vibras como los que sostienen al partido de gobierno. Para muestra un botón. Estimular unos cuantos miles de exsoldados para que pidan resarcimiento y sentarse a negociar con ellos a cambio de sus votos en las próximas elecciones eso es jugar sucio, eso es jugar a la política de la forma más baja y de mala fe. Contra ellos también tiene que luchar Thelma Cabrera, porque no quieren perder todos los privilegios que han ganado en estos últimos cuatro años, bajo el mando de un presidente mentiroso, cínico, corrupto, pero con doctorado hecho a su medida.
Pero a pesar de ello, doña Thelma Cabrera y su Movimiento para la Liberación de los Pueblos es una opción clara, sencilla y factible, como lo fue Evo Morales y lo que ha logrado para Bolivia ahora.