Mario Alberto Carrera
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(En torno a la trascendencia de la preservación de los archivos que son memoria de la vida y del mundo, y padres absolutos de la Historia, sobre todo de aquella que es tan esperpéntica que no debe repetirse ni olvidarse ni perdonarse).
Don J. Joaquín Pardo y Severo Martínez son –el primero– casi el verdadero padre del Archivo General de Centroamérica (que hoy quiere evaporar el Sr. Degenhart, en su capítulo de la Policía Nacional) y, el segundo, padre de la “Historia Crítica y Sociológica de Guatemala”, aun cuando Martínez Peláez sólo haya tomado una célula o una muestra más bien monográfica de nuestra esperpéntica, encomendera y aycinenista nación, pero lo es no sólo porque nos ha legado su ópera magna –La patria del criollo– sino unos procedimientos y una metodología histórico archivista ¡fundamental!, mediante la cual otras personas que (con centenas de inexactitudes han publicado libros “de historia”, como Da. Marta Casaus Arzú, según lo dejó probado mi querido Ramiro Ordóñez Jonama) deberían tomar nota y aprender y aprehender a investigar como el gran Severo, cuyo aparato crítico o sea notas de su colosal obra, dejaría y deja boquiabierto al más reconocido historiador de Guatemala o de España. Eso es saber sumergirse en archivos y germinar así una obra iniciada bajo la guía del primer director del Archivo General de Centroamérica, don J. Joaquín Pardo, sin cuya instrucción Martínez nunca hubiera logrado la nutricia obra que escribió y finalizó en el Archivo de Indias de Sevilla.
Voy a hacer un breve paréntesis para dar una explicación a varios de mis lectores que me escriben al correo que aparece arriba, pidiéndome que les explique bien por qué empleo tanto el término esperpéntico aplicado a Guatemala.
Hace algunos años impartí en la Universidad de San Carlos la asignatura: Narrativa Española (de España) del siglo XX y en ella trataba de explicar la grandeza de otro hombre –como los mencionados arriba–: don Ramón del Valle Inclán quien escribió muchas obras, pero dos que aún me hacen temblar estéticamente: Divinas Palabras y Luces de Bohemia y en ellas dice él que el esperpento es la tragedia griega en su versión española y de allí se dice que su obra es esperpéntica o esperpentista.
Guatemala es el esperpento valleinclanesco viviente. La tragedia del rasgón y el harapo miserable en los caseríos profundos. De la caída hasta el fondo y aún sin regreso, de los alcohólicos que, entre sus bascas y caca, no quieren rescatarse. Del dolor más torturante, sórdido y lúgubre. Guatemala es sórdida porque sórdidos son sus generales y sus barones de las derechas antagónicas, pero confundidas y hermanas en la avaricia, en la codicia y en la mezquindad.
Y por eso es que estoy dispuesto a dar la vida –si es necesario– para evitar que el Archivo de la Policía no sea evaporado, incinerado o se haga perdidizo, en las irresponsables manos del ministro Degenhart y, sobre todo, también desde luego, del Ministro de Cultura. Es por eso que dicha cartera debería ser optada por examen de oposición –entre los cinco hombres de mayor cultura del país– y dejar así de estar en manos de ignorantes como hasta ahora.
Estas líneas son un homenaje a don J. Joaquín Pardo a quien –desde lejos– conocí en las aulas de la antigua Facultad de Humanidades Usac, allá en la 9ª Ave., donde casi de adolescente me asomaba a su palabra.
Por don Joaquín y en honor a él ¡protejamos el Archivo de la Policía! Que los años que don Joaquín consagró al resguardo de la Historia Patria, sean una inspiración de lucha contra los gorilas –de toda la vida– indispensables en el mejor esperpento de Valle Inclán.