El gobernante que expulsó del país a la CICIG alegando violación a nuestra “sagrada soberanía”, está gestionando, a espaldas del pueblo al que se debe, el masivo envío de tropas de Estados Unidos a Guatemala para que se encarguen de cuidar la frontera norte a fin de evitar el paso de migrantes. No puede haber mayor evidencia de la doble moral existente y de la patraña del argumento que utilizaron para acabar con la CICIG puesto que esa Comisión Internacional fue solicitada formal y públicamente por Guatemala a Naciones Unidas y aprobada por el Congreso con visto bueno de la Corte de Constitucionalidad, mientras que ahora se opera en secreto en una gestión que pretende entregar la soberanía de nuestras fronteras al Ejército de Estados Unidos, además de la ya anunciada presencia de docenas de agentes federales para combatir la migración específicamente en áreas como Huehuetenango.

El concepto de traspatio de Estados Unidos se queda corto ante la realidad que ahora estamos viviendo porque realmente ahora somos la alfombra para que se limpien los pies. El embajador de Guatemala en Washington ha sido el encargado de hacer la gestión ante la Casa Blanca y está cabildeando con congresistas para que le ayuden a concretar el plan de entregar nuestras fronteras a la tropa norteamericana. Viniendo todo ello del gobierno que se indignó porque la ONU violaba nuestra soberanía con la presencia de una comisión que investigaba a los ladrones, incluyendo a los actuales, el contrasentido no tiene parangón alguno.

De la misma manera en que Guatemala se confiesa incapaz de vigilar sus fronteras y pide ayuda, se tuvo que confesar incapaz de atacar la impunidad y pidió ayuda, la que fue tan efectiva que al atacar la corrupción se pasó llevando a Morales de corbata.

Redacción La Hora

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