Raul Molina Mejía

rmolina20@hotmail.com

Nació el 20/02/43. Decano de Ingeniería y Rector en funciones de USAC. Cofundador de la Representación Unitaria de la Oposición Guatemalteca (RUOG) en 1982. Candidato a alcalde de la capital en 1999. Profesor universitario en Nueva York y la Universidad Alberto Hurtado (Chile). Directivo de la Red por la Paz y el Desarrollo de Guatemala (RPDG).

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Raúl Molina

Esta vez, al mencionar la “bestia” no me refiero al tren que ha causado tantos muertos y heridos en territorio mexicano. Tampoco me refiero a la “bestia apocalíptica”, aunque se le asemeja en el rasgo de no tener amor hacia sus semejantes, que es contrario a ser cristiano. No creo que Trump sea la figura apocalíptica; pero por su odio hacia la gente pobre y morena, particularmente migrantes del Sur, se parece a Hitler, que odiaba a los judíos, y se ha ganado la calificación de “bestia”. No significa ni falto de inteligencia, aunque se cuestione qué tipo de inteligencia, ni falta de entendimiento, aunque suele reaccionar como niño de doce años. Significa, ni más ni menos, una persona desprovista del más mínimo humanismo. Aun sabiendo lo que sus gestos y acciones incitan, no le importan las consecuencias. Defendió las manifestaciones violentas del Ku-Klux-Klan en sus primeros días en la Casa Blanca y eso ha significado alentar a quienes creen en la supremacía de la raza blanca a imponerse y mantenerse por la fuerza. En ese episodio, en particular, se colocó del lado de los victimarios.

Las políticas de Trump son bestiales, ya que propone aplicar violencia e imponerse por la fuerza, con total irresponsabilidad ante sus consecuencias. De aplicarse, acarrearían desgracias para el propio pueblo estadounidense y, con mayor razón, para otros pueblos. Ha promovido la eliminación de los impuestos para los grandes ricos y compensa la falta de ingresos con la reducción de gastos para programas sociales, como la salud y la educación, castigando a quienes menos tienen. En política exterior, amenazó con holocausto nuclear a Corea del Sur, insistió en la intensificación de la guerra contra Siria, desea invadir militarmente a Venezuela y, más recientemente, amenaza a Irán y se gasta miles de millones de dólares en acoso militar. Son políticas bestiales, si no dementes, que ponen en riesgo la vida, seguridad y paz de miles de millones de personas; este peligro no tiene importancia alguna para él, en tanto reciba tuits de felicitación de neofascistas de Estados Unidos. Por su extremo odio hacia migrantes, sus políticas más bestiales las aplica en su contra.

Desde inicios de su presidencia, enfrentó el fenómeno de los menores no acompañados con medidas represivas. En el mundo se ha avanzado en la defensa de los derechos de niñas y niños; Trump no, trata a la niñez migrante no solamente como adultos sino que, peor aún, como que si fuesen delincuentes. Les acusa de pertenecer a maras, ser narcotraficantes o estar al servicio del terrorismo. Mientras tanto, con su aliento y con los dólares del tesoro estadounidense se ha convertido el encarcelamiento de migrantes en empresa privada multimillonaria, a la cual sus aliados se han sumado con entusiasmo. Es bestial hacer dinero de la miseria ajena; pero, igualmente bestial es dejar morir o matar a menores de edad, como ha ocurrido a seis menores de Guatemala. El Congreso estadounidense exige la investigación correspondiente; pero Trump no ha expresado una sola palabra de condolencia a los padres de estos niños y niñas. La “bestia” es inhumana.

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