Raymond Wennier

raymondwennier@yahoo.com

Estadounidense residente en Guatemala hace 46 años. Maestría en Administración Educativa, Memphis State University, Memphis, TN. Licenciatura en Pedagogía y Administración Educativa, Universidad de San Carlos de Guatemala, Colegiado activo 410. Trabajo: En áreas urbana y rural guatemaltecas. Consultor Educativo. Docencia y Administración Educativa. Publicaciones: Alrededor de 600 artículos sobre temas educativos de 1,980 a la fecha. Autor del libro "Liderazgo, una nueva conceptualización", 1987.

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Raymond J. Wennier
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Hace tiempo cuestiono el beneficio que tiene el SAT (Scholastic Aptitud Test) para la toma de decisiones educativas que como respuesta debería, dicen, aumentar el rendimiento escolar por las políticas que devienen de ellos.

En 2006 escribí que: “Los exámenes estandarizados son obsoletos”; mi opinión hoy día, es exactamente la misma. Lo único que hacen es producir números para llenar estadísticas que dicen si hay o no, “calidad” educativa.

Nuevamente estos exámenes están sobre la mesa; son el SAT y el ACT (American College Testing). El uso de ambos está siendo considerado como media estándar para la admisión de alumnos que salen del nivel de secundaria. Más de mil instituciones de educación superior han dejado de exigirlos. Ha sido por años, la causa del estrés y ansiedad de los alumnos antes de someterse al examen. Es tal, que padres de familia han caído en dar “mordida” a personas, que de una u otra forma tienen injerencia en la toma de decisiones para ver si su hijo-a es admitido-a o no. Hablo de la actualidad; como escándalo ha salido a luz el negocio millonario en Estados Unidos.

¡Hasta qué punto un examen estandarizado fuerza la conducta para cometer fraude! Hace unos años hubo otros escándalos donde maestros cambiaron los resultados para hacer ganar a sus alumnos.

Bueno, dejemos eso; quiero presentarles lo nuevo que salió hace algunos días en relación a SAT. La “iniciativa” de quienes deciden sobre el SAT han añadido una nueva sección además de matemática, ciencia y lenguaje y se llama “Adversity Score” que mide el nivel de desventajas que influencian a los jóvenes.

Algunos de los 31 factores son, dónde vive (zona), nivel de criminalidad en esa área, el SES (Social Economic Status), el ambiente de vida en los alrededores de su vivienda, nivel de pobreza, violencia por armas de fuego y otras. Quiere decir que los encargados de admisiones a los colleges y universidades, enfatizan más al “status” de “adversidad” de los jóvenes que lo académico.

Finalmente, las instituciones superiores “admiten” que las habilidades netamente humanas, influencian enormemente los resultados en los estudios de sus alumnos y afecta su concentración en clase.

Esa nueva sección habla principalmente de las personas con desventajas debido a sus condiciones de vida, sin embargo, jóvenes de familias adineradas, con calificación más alta en los exámenes, son fácilmente admitidos en las universidades obviando que ellos pueden ser víctimas de condiciones similares, lo que indudablemente afecta su rendimiento en estudios y exámenes.

Si se aplica esta nueva sección al SAT que pasan los graduandos de secundaria en Guatemala, los resultados serán más trágicos. Si no la utilizan, cómo afectará las otras secciones y si la utilizan, qué efecto tendrá sobre los resultados finales del test. Creo que por esta nueva sección, el SAT, no debe utilizarse como una medida para fundamentar políticas educativas en Guatemala.

Si hacemos aquí, la prueba de los 31 índices, los resultados estarán muy cerca de la cifra máxima de 100, que indica más desventajas y peor rendimiento.

Aplicando estos instrumentos de medición, pareciera que en Guatemala queremos destruir el genio y la creatividad y no apuntarle a los jóvenes que con talento, creatividad y juicio crítico, levanten al país.

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