Al responder a periodistas sobre la acción que presentó tanto contra fiscales como contra periodistas, para evitar que siquiera puedan pensar en ella por virtud de la Ley de Femicidio, la candidata presidencial Sandra Torres dijo: “Es una cuestión de los abogados y son ellos los que tienen que contestar esa pregunta. Es una decisión de los abogados”, lanzando sobre los letrados la responsabilidad que obviamente sólo le corresponde a ella. Porque es sabido por cualquiera que la señora Torres no hace lo que otros le indican que haga y hasta en la Embajada de Estados Unidos se dieron cuenta de su personalidad “abrasiva”, lo que significa que no es de aquellas dóciles personas que se someten a las decisiones de otros.
Y menos cuando de por medio está su candidatura presidencial, lo que hace a cualquiera meditar y sopesar las acciones que emprende con vistas al impacto que tendrán en su situación política. Sandra Torres ha sido descrita por quienes trabajaron en el gobierno que presidió su marido como una persona metida en todo, que no dejaba nada al azar y que pasaba sobre los consejos de los expertos porque las cosas se tenían que hacer como ella quería. Ni siquiera la figura presidencial de su patético esposo podía contenerla y por ello es reputada como la verdadera gobernante durante ese período presidencial.
Obviamente en el caso de la utilización de la Ley de Femicidio no midió las consecuencias de sus actos porque no esperaba la retopada que encontró en prácticamente todos los sectores, exceptuando aquellos que trabajan para llevarla al poder contra viento y marea. Y ante las insistentes preguntas de los periodistas respecto a su acción de resguardarse y protegerse usando en forma realmente abusiva una ley que fue hecha para proteger a las mujeres indefensas (que no es su caso), no se le ocurrió otra cosa que zafar bulto haciendo responsables a los abogados que le asistieron en el proceso.
Una de las calidades esenciales de los estadistas es asumir la responsabilidad de sus actos y sus decisiones. Quienes ejercen el poder y se escudan en excusas sin fundamento para evadir sus responsabilidades no son ni serán nunca estadistas sino que simplemente ambiciosos acomodaticios que con tal de evitar críticas y desgastes recurren a argumentos mentirosos.
Quien le crea a doña Sandra que ella, cual mansa paloma, se sometió al consejo de sus abogados sin entender lo que estaban haciendo ni por qué lo hacían, está en la luna. Ella actúa y opera de manera diferente según abundantes testimonios.