Pedro Pablo Marroquín Pérez
pmarroquin@lahora.com.gt
@ppmp82
En abril de 2015 los guatemaltecos llegamos a pensar que un futuro más alejando de los enormes vicios de corrupción e impunidad era posible cuando aquel famoso 16 de abril inició, con el Caso La Línea, oficialmente lo que luego llamamos la lucha contra la corrupción y la impunidad. En aquel momento, creyendo que solo los títeres iban a caer, muchos de los que hoy operan para regresar a marzo de 2015 se retrataban en la Plaza de la Constitución dándose golpes de pecho.
En 2016 se destapó el Caso de Cooptación del Estado y desde entonces surgió la alianza del Mariscal Zavala, la conjura de muchos asustados y la venganza de quienes ya habían o iban a enfrentar la justicia; alianza para retrotraer la situación del país a marzo del 2015, tiempos en el que cada quien podía hacer lo que se le diera la gana y se salía con la suya.
Y así es como hay que entender lo que ayer resolvió la Corte Suprema de Justicia (CSJ) en favor de Felipe Alejos, gracias a los buenos oficios de Fredy Cabrera. Es tal el deseo de volver a la Guatemala del pasado, que ya a nadie le preocupa las formas y con la elección de magistrados en unos meses, pudo más la amenaza de quedar fuera de la lista que cualquier llamado a actuar apegado a principios y valores.
Solo Dios sabrá qué habrán pensado los magistrados de la Corte de Constitucionalidad (CC) que lograron detener que todo esto se derrumbara hace unos meses atrás para consolidar, desde entonces, la Dictadura de la Corrupción, al resolver lo de Sandra Torres, porque más temprano que tarde Torres tendrá la “misma buena suerte” en la Corte de Cabrera – Alejos.
¿Y por qué digo que bienvenidos a marzo de 2015? Porque el Ministerio Público (MP) no era de fiar en aquella época (cosa que luego cambió), porque en ese entonces la Presidencia del país era ostentada, como ahora, por un operador de las mafias, porque el Ministerio de Gobernación era dirigido por alguien que socavaba la institucionalidad, porque la CSJ, como ahora, respondía a los intereses de los operadores paralelos.
Porque en aquella época, la Contraloría era como es ahora, una tapadera de la corrupción, porque en aquella época el financiamiento electoral no era, como ahora, un cuco que le preocupaba a los delincuentes y a los que dicen no ser delincuentes, pero usan las mismas formas para ocultar los dineros. Regresamos a marzo de 2015 porque en esa época, como ahora, la Comisión Internacional Contra la Impunidad en Guatemala (CICIG) tenía un pie fuera de Guatemala.
Regresamos a marzo de hace 4 años porque en ese tiempo, como ahora, diputados corruptos se pasean con la tranquilidad que solo una impunidad bien ganada otorga, más sabiendo que como pasaba antes, ahora ya ni el escarnio social deben enfrentar porque el parte es sin novedad en una sociedad a la que le volvió a ganar la indiferencia.
En 2015, como ahora, se podían alterar o borrar antecedentes policiacos sin ton ni son y para lograr todo lo anterior, es que desde el Zavala decidieron volver esto una “lucha ideológica” cuando de eso no tiene nada, pero era la manera en la que muchos se iban a prestar para defender a los largos.
Solo así se explica cómo, por ejemplo, quien fue un pobre pelagatos que fue relegado a pactar con Juan Carlos Monzón y aceptaba los hechos cuando la justicia no llegaba a su cuadra, ahora todo lo quiere “reducir” a un tema ideológico inexistente, llegando al colmo de decir que lo agarraron por “conservador” y no por mañoso.
Hoy sí, bienvenidos a la Guatemala de marzo de 2015 cuando el nuestro era, lastimosamente el país de la eterna impunidad. Solo la reserva de quienes ya estamos hartos, de quienes se enfrentan al sistema sin importar el costo, nos podrá hacer enderezar el rumbo si es que la ciudadanía vuelve a salir del estado de la indiferencia terminal que nos atrapó.