Oscar Clemente Marroquín
ocmarroq@lahora.com.gt
Luego de la captura de Ángel Pérez Maura en España por haber sobornado al excomisario, José Manuel Villarejo, para que impidiera su extradición a Guatemala, cobra relevancia una publicación hecha el cinco de octubre del año pasado por el medio El Español en la que se detalla el contenido de un documento fechado en abril del 2016 estableciendo la ruta del acercamiento con el gobierno de Jimmy Morales con la intención de asegurar que TCQ operara, pese al soborno, a efecto de que la empresa Maersk no demandara a Pérez Maura y le hiciera exigencia de millonarias reparaciones.
La estrategia del excomisario español, detallada en el documento, pasaba por buscar acercamientos con dos piezas clave de la denuncia contra TCQ que eran Nineth Montenegro desde el Congreso y Manfredo Marroquín desde Acción Ciudadana, quienes a pesar de lo expuesto mantuvieron su lucha contra el trinquete. También sugería hacer una fuerte donación a la Fundación Konrad Adenauer para promover acercamientos en Guatemala y que la intención era no sólo evitar que fuera extraditado el empresario que sobornó con más de 20 millones de dólares a Pérez Molina, sino asegurar que los holandeses que le compraron TCQ no fueran a demandar al español por no poder operar.
Y eso tiene especial importancia porque precisamente por esos días, cuando Iván Velásquez me invitó a acompañarlo a una visita al presidente Morales para tratar de ayudarlo con asesoría, al final de la reunión Iván y Morales se quedaron solos, mientras Alberto Brunori y yo esperamos al Comisionado en los pasillos de Casa Presidencial. Y luego de la espera, ya en el carro, Iván me habló de la necesidad de buscar acuerdos para que TCQ funcionara y no se hiciera daño al país. Pocos días después Iván me invitó a su oficina donde me presentó a quien sería nombrado Interventor, sin suponer que esa acción legal serviría para cumplir, exactamente, lo que Villarejo según su plan esperaba del presidente Jimmy Morales.
El trabajo de Villarejo fue muy efectivo porque logró entorpecer el proceso de la extradición de Pérez Maura para que no tuviera que responder ante la justicia de Guatemala por el soborno, y además evitó que se produjera una demanda contra el pícaro magnate español y para ello la segunda fase del arreglo entre el excomisario y el inversionista pasaba porque no se anulara la adjudicación a TCQ, aunque su origen fuera criminal, o que en el peor de los casos si se repetía el concurso el mismo fuera de todos modos adjudicado a Maersk. No hizo falta lo último porque con la tristemente célebre intervención quedó resuelto el problema que hubiera enfrascado a los holandeses en un tremendo pleito judicial para exigir resarcimiento al dueño de la Terminal de Contenedores de Barcelona que les había vendido la operación de Guatemala.
Afortunadamente la justicia española está actuando en contra del corruptor Pérez Maura que invirtió millones de dólares para asegurarse el negocio de TCQ y que luego lo vendió ganando con creces, a la empresa holandesa que ahora maneja la operación.