Alfonso Mata
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Las alternativas terapéuticas son raras y muchos pacientes no tienen recursos médicos o quirúrgicos.
LO GENERAL
La circulación periférica puede realizarse gracias a tres sistemas vasculares: arterias, venas y vasos linfáticos. El mal funcionamiento de la circulación vascular periférica genera enfermedades en brazos y piernas que como consecuencia de los trastornos que produce dolores espasmódicos en las pantorrillas después de caminar determinado tiempo, dolores violentos en el descanso nocturno y el temido ardor en la ancianidad. En general en cualquier tipo de insuficiencia de la circulación sanguínea el estado patológico que se produce impide el transporte necesario a órganos y tejidos de sangre para que estos funcionen normalmente. Por ejemplo en los miembros inferiores, como consecuencia de trastornos de circulación venosa de retorno, se producen hinchazón, úlceras y várices. Por otro lado los trastornos en la circulación linfática de retorno producen deformaciones en piernas grotescas.
Este tipo de trastornos son importantes dada la frecuencia y el significado social de estos. Los estudios de varios miles de personas han encontrado que aproximadamente el 10% de personas entre 65 a 75 años presentan signos y síntomas de trastornos de circulación arterial y en los más viejos de esa edad hasta el 30 y en cuanto a circulación venosa el número de hombres y mujeres que los padecen es tres veces mayor y entre el 15-30% por ejemplo de hombres y mujeres, sufre de alguna forma de várices. Los trastornos de la circulación linfática de retorno, resultan más raros, pero producen frecuentemente invalidez total.
En el trascurso de los últimos treinta años, se han elaborado mejores métodos de diagnóstico y de investigación clínica, pudiéndose trabajar de mejor la manera las obstrucciones y los trastornos funcionales en arterias, venas y vasos linfáticos.
LAS ENFERMEDADES DE LAS ARTERIAS
La enfermedad más frecuente de las arterias es la arterioesclerosis. La aterosclerosis es una enfermedad sistémica de las arterias grandes y medianas que causa un estrechamiento de la luz (focal o difuso) como resultado de la acumulación de lípidos y material fibroso entre las capas íntima y medial del vaso. Aunque otros procesos patológicos pueden provocar el estrechamiento de las arterias (p. Ej., inflamación, trombosis) y síntomas de insuficiencia arterial, la enfermedad de las arterias periféricas es, con mucho, la etiología más prevalente. Los vasos de las extremidades inferiores se afectan con mayor frecuencia que los vasos de las extremidades superiores.
Los síntomas isquémicos en los tejidos se producen, cuando hay un desequilibrio entre la oferta y la demanda de flujo sanguíneo. Las manifestaciones clínicas de los trastornos arteriales periféricos dependen de la ubicación y la gravedad de la estenosis u oclusión arterial, y varían desde dolor leve en las extremidades con actividad (es decir, claudicación) hasta isquemia (baja de nutrientes y oxígeno a las células) que amenaza las extremidades. Para los pacientes con trastornos arteriales periféricos asintomáticos, la historia natural es relativamente benigna; sin embargo, para aquellos pacientes con trastornos arteriales periféricos que continúan fumando o tienen diabetes o insuficiencia renal, enfermedad cardíaca o pulmonar, las manifestaciones clínicas pueden progresar de forma rápida e impredecible.
La prevalencia mundial de la enfermedad de la arteria periférica (EAP) de la extremidad inferior está entre el 3 y el 12 por ciento. En 2010, 202 millones de personas en todo el mundo vivían con ésta. En todo el mundo millones de personas se ven afectadas y tienen que ser ingresadas a los hospitales. La mayoría de las personas con EAP (70 por ciento) vive en regiones del mundo con ingresos bajos o medios.
En los países de altos ingresos, la prevalencia de EAP parece ser similar en hombres y mujeres, y aumenta de manera consistente con la edad en alrededor del 5% a la edad de 45 a 49 años y en 18% a la edad de 85-89 años. En países en vías de desarrollo, las tasas de prevalencia también aumentan consistentemente con la edad pero, en comparación con los países de altos ingresos, las tasas específicas por edad parecen ser menores en los hombres y ligeramente mayor en las mujeres (hasta la edad de 65 años). En los países más pobres, las tasas de prevalencia parecen ser más altas en mujeres que en hombres, con más pronunciadas diferencias relativas a edades más tempranas (6.3% versus 2.9% a la edad de 45–49 años en comparación con el 12.3% versus el 10.1% a la edad de 75-79 años).
CÓMO SE ADQUIERE
Existen factores de riesgo cardiovascular tradicionales (tabaquismo, diabetes, dislipidemia, hipertensión) y varias variables metabólicas e inflamatorias se han estudiado ampliamente en relación con la EAP en los países occidentales pero, además, existen otros factores que podrían influir en las disparidades globales en la EAP, incluidos el origen étnico y el genotipo, la pobreza y la industrialización, y la infección.
Posibles efectos de la industrialización y la urbanización en los países de ingresos bajos y medianos sobre el riesgo de enfermedad arterial periférica.
La calidad de vida en grupos de pacientes con EAP, incluida la comparación con la calidad de vida con otras enfermedades, proporciona una perspectiva clínica y de salud pública útil sobre la enfermedad.
En la población general, se ha demostrado que la calidad de vida en pacientes con claudicación es peor que en individuos sanos y se asocia principalmente con la disminución de aspectos relacionados con el funcionamiento físico en lugar del mental.
El efecto en pacientes con claudicación fue muy similar al de los pacientes con angina. En el programa PARTNERS basado en una encuesta nacional en atención primaria en los EE. UU. que incluyó EAP sintomática y asintomática, se encontró que la carga de la calidad de vida era tan alta como en aquellos individuos con otras enfermedades cardiovasculares.
Claudicación intermitente: Aunque la aterosclerosis tiende a ser progresiva a lo largo de la vida en muchos individuos, los estudios a lo largo de los años han demostrado que, para los pacientes con claudicación intermitente, una espiral clínica descendente que termina con dificultades de movimiento y la amputación no es la norma. De hecho, durante un período de 2 años, la distancia máxima a pie en el 50% de los pacientes se mantendrá casi igual, y en el 25% mejorará. Esta estabilización o mejora sintomática puede estar asociada con un aumento de las ramas colaterales de las arterias, la adaptación metabólica de los músculos isquémicos, el desarrollo de la sensación de limitación de la neuropatía, el cambio en la marcha al uso de más músculos no isquémicos y la reducción del hábito de fumar que conduce a mejoras en la hematología, el flujo sanguíneo y oxigenación. Sin embargo, aunque los pacientes pueden informar que sus síntomas están mejorando o permanecen estables, a menudo se observa una disminución en la capacidad de caminar en la medición objetiva.
La isquemia crítica de las extremidades inferiores es una deficiencia grave del suministro de sangre, por lo tanto del suministro de sangre oxigenada a los tejidos de las extremidades. Se manifiesta a este nivel por la aparición de úlceras y gangrenas frecuentes, que pueden requerir múltiples amputaciones. A pesar de los avances logrados en la prevención de los factores de riesgo y el manejo de las complicaciones, estas patologías permanecen a la vanguardia de la morbilidad y la mortalidad, especialmente en los diabéticos.