Pedro Pablo Marroquín Pérez
pmarroquin@lahora.com.gt
@ppmp82
A los acompañantes y encargados de la seguridad de Jimmy Morales a la “inocente” reunión que según él solo se reduce a una gallina con crema y loroco, la preocupación les ha ido devolviendo la memoria y aflojando la lengua, pues primero negaban todo, pero poco a poco, arrinconados y preocupados, se han visto en la necesidad de ir revelando información para evitar que se conozca la misma por otro medio y quede en claro que no fueron sinceros.
Dijo el Jefe de los Agentes de la SAAS que acompañaron ese día que había una persona “blanca y rubia” al tiempo que mencionó que no sabía su nombre. Extraño que al mismo Presidente de la República lo sienten con gente “desconocida”, pero quizá pudieron haber sentido “confianza” porque ya habían subido al mandatario al helicóptero del anfitrión de la famosa reunión, Mario Estrada.
Nadie puede asegurar, con certeza, qué se dijo o qué se pactó en esa reunión, pero lo que sí es cierto es que desde esa reunión a la fecha ha existido un cambio de actitud del oficialismo y hubo una norma no escrita de muchos contendientes de la campaña, para tratar de minimizar el tema o ser muy cautos a la hora de abordar el mismo.
En el comunicado del departamento de Justicia se dice que la investigación consta de audios y videos y sin duda alguna habrá mucha gente queriendo recordar qué dijo para ver en qué problemas está metida porque es un hecho irrefutable que la detención de Estrada puso, con mayor relieve, la captura del Estado y con condición fallida.
Tanto así que hasta los que han sido fieles a Morales en su intento por detener los avances contra la impunidad y regresar al pasado, dicen que lo de Estrada es grave, a la vez que hacen esfuerzos por obviar el tema y peor aún, cuando se sabe de los vasos comunicantes entre el Gobierno de Morales y el partido UCN.
La preocupación sería un indicador que hablaron, ofrecieron o pactaron de más y si en Estados Unidos la realidad fuera otra, usarían esto para forzar a Morales a cumplir lo que se había contemplado de la CICIG reformada, por ejemplo, acuerdo que fue tirado por la borda en enero cuando Morales se rodeó hasta de gente que se ha burlado de nuestra “soberanía” pagando por documentos de identidad falsos queriendo jugar de víctima.
Si al Gobierno del presidente Trump de verdad le importara el tema de Guatemala del triángulo norte, más allá de usar el tema migratorio para exacerbar a su base electoral, usarían esta oportunidad para asegurar que Morales y aliados den vuelta atrás en su marcha por desmantelar los pocos avances, que debían obligarnos a los guatemaltecos a debatir sobre los ajustes al sistema que necesitamos.
Es tal la preocupación del Gobierno que salen a decir que lo que hace la DEA está bien, que no es ninguna violación a la soberanía porque “tendrán pruebas”, cuando son esas abundantes pruebas que pudo producir la CICIG lo que hizo a muchos, empezando por el Presidente, montar en cólera para esgrimir una inexistente violación a la soberanía y así pretender acabar con el ente internacional.