Juan Antonio Mazariegos

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Abogado y Notario por la Universidad Rafael Landívar, posee una Maestría en Administración de Empresas (MBA) por la Pontificia Universidad Católica de Chile y un Postgrado en Derecho Penal por la Universidad del Istmo. Ha sido profesor universitario de la Facultad de Derecho de la Universidad Rafael Landívar en donde ha impartido los cursos de Derecho Procesal Civil y Laboratorio de Derecho Procesal Civil. Ha sido y es fundador, accionista, directo y/o representante de diversas empresas mercantiles, así como Mandatario de diversas compañías nacionales y extranjeras. Es Fundador de la firma de Abogados Alegalis, con oficinas en Guatemala y Hong Kong, columnista del Diario La Hora y Maratonista.

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Juan Antonio Mazariegos G.

El matutino elPeriódico publicó esta semana una noticia relativa a la denominada encuesta de cultura de la democracia en Guatemala 2019 del Latin American Public Opinion Project (LAPOP, en inglés), la cual reveló que 75 por ciento de los guatemaltecos manifestaron poco o nada de interés en la política a pesar del proceso electoral que se lleva a cabo en el país.

Es común que las personas tiendan a interesarse por aquello que incide de alguna manera en su vida, en la de su familia, aquello que afecta su entorno, su cuadra, su barrio, su trabajo, aquellos sitios con los que está en contacto directo y que concentran la mayoría de vicisitudes, aquellas con las que debe lidiar. Los centros de investigación nos presentan frecuentemente encuestas que miden también la opinión de las personas sobre los problemas que más les afectan, en esas encuestas la inseguridad, el empleo o la economía se constituyen en común denominador de los problemas que los guatemaltecos reflejan cuando son entrevistados.

A lo largo de sucesivos gobiernos, Guatemala se ha encontrado, por escasez de oferta, manipulación o por pura casualidad con gobiernos que han llegado a servirse del país, gracias a Dios hasta ahora, sin que ninguno haya tenido el interés o la capacidad de perpetuarse en el poder y nunca, en la actual era democrática de nuestro país, un partido en el gobierno ha repetido en el poder, pues al parecer el interés del votante en la siguiente elección está más enfocado en sacar a sombrerazos a los que se van que en buscar a quien lo puede suceder con algún tipo de plan que nos encause por un mejor camino.

Ponernos a analizar si el desinterés de la población en la política fue antes o después de que los gobiernos no pudieron atender su necesidades, puede resultar tan interesante o productivo como saber qué fue primero si el huevo o la gallina. Sobre lo que sí podemos reflexionar es sobre las consecuencias que ese desinterés puede causar para el país en general y para nuestros propios intereses en particular:

Como no nos interesa la política, no participamos, el primer filtro para la escogencia de candidatos a cualquier puesto de elección es la oferta, si la oferta está deprimida la demanda deberá escoger entre lo que hay, lo cual por simple cuestión de estadística resulta no ser siempre lo mejor. Una vez inscritos los candidatos, porque no creemos en ellos o no estamos acostumbrados a que nos cumplan, no prestamos atención a los planes de gobierno, ni siquiera sabemos si los tienen o si son cuando menos realizables, prometer siempre será más sencillo que cumplir y en ese orden de ideas, los planes se comprimen a tamaño Twitter y con eso nos damos por satisfechos y tomamos partido. Si el desinterés nos lleva a no participar, a no informarnos, la guinda del pastel la ponemos el día de la elección, no asistimos a votar, votamos en blanco, votamos nulo o votamos no en favor de un candidato sino en contra de los demás y bajo ese proceso, en el que el desinterés fue nuestra guía encontramos al final la consecuencia general del mismo, seguiremos igual.

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