Alon Gorodetsky y Erica Leung, investigadores que han inventado un nuevo material que puede atrapar o liberar el calor como se desee. Foto la hora: STEVE ZYLIUS / UCI / Europa Press/dpa.

MADRID
Agencia dpa/ (Europa Press) –

Ingenieros de la Universidad de California en Irvine (UCI), inspirados en el diseño de la piel de los calamares, han desarrollado una manta espacial adaptativa de última generación que brinda a los usuarios la capacidad de controlar su temperatura. La innovación se detalla en un estudio publicado el lunes en “Nature Communications”.

«Las mantas espaciales ultraligeras han existido durante décadas: hay corredores de maratón que se envuelven en ellas para evitar la pérdida de calor corporal después de una carrera, pero el principal inconveniente es que el material es estático», asegura el coautor del trabajo, Alon Gorodetsky, profesor asociado de ingeniería química y biomolecular de la UCI.

Pero, según indica el investigador, el equipo de ingenieros ha logrado crear «una versión con propiedades modificables para que se pueda regular la cantidad de calor atrapado o liberado».

Para su trabajo, los investigadores tomaron señales de diseño de varias especies de calamares, pulpos y sepias que utilizan su piel adaptativa y dinámica para prosperar en ambientes acuáticos. La capacidad única de un cefalópodo para camuflarse cambiando rápidamente de color se debe, en parte, a las células de la piel llamadas cromatóforos que pueden cambiar instantáneamente de puntos diminutos a discos aplanados.

«Usamos un concepto similar en nuestro trabajo, donde tenemos una capa de estas diminutas ‘islas’ de metal que se unen entre sí», dice la autora principal del estudio, Erica Leung, estudiante graduada de la UCI en ingeniería química y biomolecular.

«En el estado relajado, las islas se agrupan y el material refleja y atrapa el calor, como una manta tradicional Mylar. Cuando el material se estira, las islas se separan, permitiendo que la radiación infrarroja pase y el calor se escape», explica.

Según destaca Gorodetsky, este nuevo material tiene muchas aplicaciones, como insertos reflectantes en edificios para proporcionar una capa de aislamiento que se adapte a diferentes condiciones ambientales; para fabricar carpas que serían excepcionalmente buenas para mantener a los ocupantes cómodos al aire libre; y para gestionar eficazmente la temperatura de componentes electrónicos valiosos.

En este sentido, la ropa sería una aplicación especialmente adecuada para el nuevo material bioinspirado, según añade Gorodetsky.

«La temperatura a la que las personas se sienten cómodas en una oficina es ligeramente diferente para todos. Cuando una persona puede estar bien a 70 grados Fahrenheit (21ºC), la persona que se encuentra en el próximo escritorio puede preferir estar a 75 grados (cerca de 23ºC)», argumenta el investigador.

Por lo que, a su juicio, su invento podría aplicarse al ámbito de la moda, con prendas que se ajusten a los parámetros de cada usuario, con el objetivo de que estos se sientan cómodos en un sitio de interior. Además, esto supone una ventaja, según Gorodetsky: «Podría generar un ahorro potencial del 30 al 40 por ciento en el uso de energía para calefacción y aire acondicionado».

En cuanto a los corredores de maratón, podrían escribir un número en una interfaz de usuario integrada en la prenda para lograr el nivel deseado de confort térmico, optimizando el rendimiento durante las carreras y luego recuperarse.

Otros beneficios que Leung menciona incluyen el peso ligero, la facilidad y el bajo coste de fabricación, así como la durabilidad del material. «Puede estirarse y volver a su estado original miles de veces», destaca.

Artículo anteriorCorte de energía en estación espacial demora envío de SpaceX
Artículo siguienteEl violinista uruguayo Federico Nathan actúa en Clamores