Sandra Xinico Batz
sxinicobatz@gmail.com
Un efecto o síntoma del racismo es la negación. Negamos que vivimos en un país que se construyó racista, negamos que somos racistas, que aprendimos, nos formaron para serlo. No aceptamos que nuestra cotidianidad esté cargada de prácticas y estereotipos racistas, que descargamos constantemente sobre quienes creemos inferiores por su cultura y su origen. Solapamos, justificamos y reproducimos estas actitudes en nombre del “humor” o tácitamente ni “procuramos” disimular, porque estamos convencidos de que tenemos la razón de nuestro lado por pensar que son atrasados, de todas formas, pensar de esta manera tiene la aprobación social, lo cual no es sólo una impresión, ya que mediáticamente se reafirman estas ideas.
Este racismo histórico que vivimos en Guatemala no se destruye sólo con la acción individual enmarcada desde el discurso de que “todos somos hijos de Dios” o “ante los ojos de Dios todos somos iguales” y que por eso no debemos ser racistas, porque el problema o los problemas no radican en los ojos de Dios, sino en la mirada que desde la hegemonía (por siglos) se nos ha impuesto ver, lo cual ha implicado que las instituciones sociales tengan un papel clave para restringir y controlar lo que somos, lo que pensamos, lo que creemos, no dudar de sus verdades, una de ellas es la superioridad de su raza que simbólicamente busca demostrar que si tienen el poder es porque son y han sido más inteligentes, tanto en el presente como en su pasado de grandes “descubrimientos” y “hazañas”.
Nos escandaliza hablar de racismo, nos incomoda y son las conversaciones que buscamos siempre evitar. La cabeza parece que no nos da para más, así nos programaron, a ser seres irreflexivos que no tienen capacidad de análisis, debate y comprensión de otras ideas y realidades. Que tu origen, tu cultura sea motivo de mofa constantemente, que se rían de tus apellidos, que te obliguen a aprender su idioma y luego te llamen analfabeta, que tu origen determine que naciste para ser sirvienta, sirviente; estos son sólo unos de los efectos del racismo, otras muchas aún nos negamos a ver, a escuchar y no las comprendemos, como el hecho de que el racismo no sólo implican la discriminación sino que una ideología que busca dominar, someter, despojarlo todo, quitarnos hasta nuestro ser.
¿Acaso tendrían que nacer indias, indios en otra vida para entonces comprender qué es el racismo?
El racismo no es un error, no se trata de una exageración, es un problema social que nos carcome de a pocos, que nos está matando porque nos empobrece y siguen robándonos todo.
No es sólo un comentario en redes sociales o un meme, creer que tenemos el derecho de violentar a las y los demás por su cultura, es racismo. Es racismo pensar que nuestras hermanas y hermanos atropellados en Nahualá por indios shutes murieron de esa manera. Esto duele, el racismo duele. ¿Esta es su humanidad con la que se somatan el pecho mientras oran a Dios? Este es su país.