Grecia Aguilera

Periodista, escritora, filósofa y musicóloga. Excelsa poeta laureada. Orden Ixmukané, Orden de la Estrella de Italia, Homenaje del Programa Cívico Permanente de Banco Industrial, Embajadora y Mensajera de la Paz.

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Grecia Aguilera

Oremos con todo nuestro corazón para que Dios bendiga a nuestra Patria Guatemala y roguémosle para que mitigue el dolor de todas aquellas personas que están sufriendo o perdieron algún ser querido en el accidente de tránsito donde un piloto que conducía un camión en el kilómetro 159.5 de la carretera Interamericana, arrolló el pasado miércoles 27 de marzo a un grupo de pobladores de Nahualá en Sololá. Solamente Dios es capaz de aliviar o curar cualquier dolor físico y espiritual cuando oramos sinceramente: “Señor ten piedad y misericordia de todos nosotros, libra a Guatemala de todo mal y peligro, que tu mano poderosa nos cubra en todo momento. Gracias Señor por este día y todos los días de nuestra vida, amén.” Asimismo en el Libro de los Salmos encontramos grandes oraciones, por ejemplo el Salmo 23 expresa: “El Señor es mi pastor; nada me falta. En verdes praderas me hace descansar, a las aguas tranquilas me conduce, me da nuevas fuerzas y me lleva por caminos rectos, haciendo honor a su nombre. Aunque pase por el más oscuro de los valles, no temeré peligro alguno, porque tú, Señor estás conmigo; tu vara y tu bastón me inspiran confianza. Me has preparado un banquete ante los ojos de mis enemigos; has vertido perfume en mi cabeza, y has llenado mi copa a rebosar. Tu bondad y tu amor me acompañan a lo largo de mis días, y en tu casa, oh Señor por siempre viviré.” Ahora el Salmo 27 inicia: “El Señor es mi luz y mi salvación ¿De quién podré tener miedo? El Señor defiende mi vida ¿A quién habré de temer?” Y continúa más adelante: “Cuando lleguen los días malos, el Señor me dará abrigo en su templo; bajo su sombra me protegerá. ¡Me pondrá a salvo sobre una roca!… A ti clamo Señor, escúchame. Ten compasión de mí ¡respóndeme! El corazón me dice: ‘Busca la presencia del Señor.’ Y yo Señor, busco tu presencia. ¡No te escondas de mí! ¡No me rechaces con ira! ¡Mi única ayuda eres tú! No me dejes solo y sin amparo, pues tú eres mi Dios y Salvador. Aunque mi padre y mi madre me abandonen, tú Señor, te harás cargo de mí.” Este Salmo termina así: “Pero yo estoy convencido de que llegaré a ver la bondad del Señor a lo largo de esta vida. ¡Ten confianza en el Señor! ¡Ten valor, no te desanimes! ¡Sí, ten confianza en el Señor!” En el Salmo 55 leemos: “En cuanto a mí, a Dios clamaré y Él me salvará, tarde y mañana y a mediodía, oraré y clamaré y Dios oirá mi voz, Él redimirá en paz mi alma de la guerra contra mí.” Y una poderosísima oración está en el Salmo 91: “El que vive bajo la sombra protectora del Altísimo y Todopoderoso, dice al Señor: ‘Tú eres mi refugio, mi castillo, ¡mi Dios, en quien confío!’ Sólo él puede librarte de trampas ocultas y plagas mortales, pues te cubrirá con sus alas, y bajo ellas estarás seguro. ¡Su fidelidad te protegerá como un escudo! No tengas miedo a los peligros nocturnos, ni a las flechas lanzadas de día, ni a las plagas que llegan con la oscuridad, ni a las que destruyen a pleno sol; pues mil caerán muertos a tu izquierda y diez mil a tu derecha, pero a ti nada te pasará. Solamente lo habrás de presenciar: verás a los malvados recibir su merecido. Ya que has hecho del Señor tu refugio, del Altísimo tu lugar de protección, no te sobrevendrá ningún mal ni la enfermedad llegará a tu casa; pues él mandará que sus ángeles te cuiden por dondequiera que vayas. Te levantarán con sus manos para que no tropieces con piedra alguna. Podrás andar entre leones, entre monstruos y serpientes. ‘Yo lo pondré a salvo, fuera del alcance de todos, porque él me ama y me conoce. Cuando me llame, le contestaré; ¡Yo mismo estaré con él! Lo libraré de la angustia y lo colmaré de honores; lo haré disfrutar de una larga vida: ¡lo haré gozar de mi salvación!’” Oremos para que Dios salve a Guatemala.

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