Pedro Pablo Marroquín Pérez
pmarroquin@lahora.com.gt
@ppmp82
En ocasiones es muy complicado poder sintetizar lo que sucede en nuestra querida pero sufrida Guatemala y venimos terminando una semana en la que la extorsión a unos taxistas derivó en el linchamiento de dos aparentes mareros (la mara ha jurado venganza) y en la que el Registrador de Ciudadanos del Tribunal Supremo Electoral (TSE) denuncia amenazas en su contra por la inscripción de candidatos.
Pero analizando las cosas, es importante señalar que tanto una cosa como la otra tienen su origen en la impunidad. Quienes extorsionan saben que lo pueden hacer a lo largo y ancho del país y en donde se les ronque la gana, porque dejamos que nuestro sistema fuera cooptado con el afán de servir impunidad a todos aquellos que estaban dispuestos a creer, confiar e invertir en procurarla.
Quienes son víctimas de las extorsiones, decidieron hacer justicia por sus propios medios y cometieron delitos porque también saben que la impunidad de este país no garantiza que quienes han asesinado a sangre fría a un taxista, van a pasar el resto de sus días en la cárcel y si por algún chispazo de suerte les toca, todos sabemos que estarán en las cárceles del país cursando una maestría o un doctorado en tácticas y operaciones criminales.
Hay gente que se atreve a amenazar a una autoridad electoral porque esas cosas en Guatemala quedan en total impunidad y se animan a hacerlo, porque desean que las elecciones sean un referéndum al sistema que tenemos, es decir, una reafirmación que en el país siga operando un sistema en el cual quien trafica influencias, financia campañas y coquetea con los entretelones ilegales del poder, lleva la ventaja.
Pocas veces hemos tenido la oportunidad de enfatizar el papel de la impunidad en las acciones del diario vivir y como nuestras altas autoridades han demostrado que pueden desobedecer a la Corte de Constitucionalidad (CC) y no pasa absolutamente nada, porque esas cosas en el Ministerio Público (MP) “no se oyen padre”, como dice en el chiste, todo alienta a muchos a dar la milla extra en busca de impunidad.
Ayer publicamos las declaraciones de los taxistas de Mixco en las que dijeron que la necesidad puede más que el miedo con el que les toca trabajar por las extorsiones y ese drama lo viven millones de personas en el país; esas víctimas han perdido la fe en la justicia porque la impunidad les ha arrebatado cualquier esperanza de que sus victimarios enfrenten la ley y así es que algunos, equivocada pero desesperadamente, han decidido tomar la justicia por sus propias manos.
Que Guatemala cambie es sinónimo de enfrentar la impunidad y hay quienes han decidido que con tal de no enfrentar hechos del pasado, es mejor aliarse (sin decirlo) con aquellos quienes desde las maras hasta el narcotráfico operan para procurar la permanencia de un sistema en el que la impunidad sea la regla y en el que, por tanto, la corrupción puede ser el motor de muchos y el desaliento de millones.
Debemos abrir los ojos y si lo hacemos, ponernos de acuerdo puede ser viable en un momento en el que el país necesita de la unión de los más sensatos para detener esta espiral que nos sigue llevando al abismo.