Pedro Pablo Marroquín Pérez
pmarroquin@lahora.com.gt
@ppmp82
Cuando recién se eligió la lista de los seis finalistas que aspiraban al cargo de Fiscal General, un empresario que luego terminó sindicado y que ha unido fuerzas con el presidente Jimmy Morales dijo: “Dicen que Consuelo Porras debe ser nuestra nueva fiscal”. Nunca dijo quienes decían, pero ahora todo empieza a hacer sentido.
Conocí a la fiscal general, Consuelo Porras cuando fuimos invitados para escuchar algunos lineamientos de su plan de trabajo y fue enfática en que no iba a usar el Ministerio Público (MP) para perjudicar o premiar a nadie y estuvo acompañada de algunos secretarios y asesores.
En La Hora decidimos que editorialmente íbamos a dar un compás de espera sabiendo que cuando se llega a un nuevo trabajo el acoplarse no es fácil por mucho que la entidad lleve una inercia que es difícil detener, más cuando el quehacer de la institución tiene que ver con la justicia y la investigación de todo un país.
En esa reunión había asesores suyos que dijeron que su jefa nunca se iba a prestar a nada incorrecto y que por eso estaban ahí; ahora resulta que algunos de esos asesores ya no están porque, según comentan, “no se querían ver embarrados”. Cuando se supo de su salida, no se sabía a qué se referían pero ahora las cosas empiezan a tener más claridad.
Luego que Consuelo Porras mostró toda la celeridad del mundo para intentar encarcelar a Thelma Aldana y así evitar su participación política, ella misma se puso en una posición en la que se explican muchas otras cosas en las que ha mostrado un sospechoso tortuguismo, que antes parecía solo vigilante, pero que ahora da la apariencia de haber sido cómplice.
Esperó hasta cuando era el momento preciso para autorizar el caso contra Sandra Torres y cuando tuvo inmunidad la señora que le ha ofrecido lealtad vitalicia a quienes desean volver al pasado, autorizó el caso. La Corte Suprema de Justicia (CSJ) rechazó liminarmente el antejuicio y la gran sorpresa es que ahora hay muchos vasos comunicantes entre el actual MP y la CSJ.
Si Porras hubiera actuado con la celeridad del caso Aldana, seguramente tendríamos nuevos ministros de Gobernación y Relaciones Exteriores, porque su desobediencia a la Corte de Constitucionalidad (CC) fue más que obvia, pero ahora entendemos por qué metió mil y una excusa. Un amigo siempre me dijo, “todo esto es un show acordado” cuando salían los comunicados del MP y cuando Enrique Degenhart criticó a Porras. Razón tenía.
Si el tema de la celeridad no la usara solo para servir a los mafiosos que creen, invierten y confían en volver a la impunidad y a los tiempos en los que daban a sus ejecutivos como asesores (como pasó con Colom), las investigaciones del volcán de Fuego, uso de Jeeps J8, nombramientos “ilegales” en el MP, testimonios no idóneos, Cash Luna, antecedentes de Sammy Morales, indemnizaciones en el Congreso y la investigación de la Primera Dama, dejarían de ser estériles anuncios.
Llama mucho la atención que ahora Porras diga que investigará quién filtró la orden de captura, cuando desde el lunes algunos empresarios que la querían a ella como Fiscal, celebraban la orden de captura y decían que Aldana estaba acabada. ¿Cómo se enteraron de la orden si el mismo MP pidió la reserva?
A Consuelo Porras se le cayó la máscara y algunos de quienes empeñaron su palabra por ella la abandonaron y eso ahora nos hace todo el sentido del mundo; quienes habían pedido un “poco de comprensión” para la señora, ya se dieron cuenta que fueron engañados y que ahora, estamos próximos a volver al pasado cuando el MP era el ente que le hacía los mandados a los Más Poderosos.
Las cortes reciben las acciones que presentan terceros y por eso no he estado de acuerdo cuando hablan de la judicialización de la política de la que acusan a las cortes o jueces, pero siguiendo el principio de la igualdad procesal, Porras pudo hacer con Aldana lo mismo que hizo con Torres y acusarla cuando tuviera inmunidad. ¿Por qué actuó diferente?
Esa pequeña diferencia hizo que la Fiscal General interfiriera con la democracia porque Aldana le cae mal. Aquí y en China, todos deben rendir cuentas pero cuando ella opera al gusto de su rosca y de quienes han pactado con ella y sus operadores, se usa un fuego que pone en riesgo la democracia y las elecciones mismas como quien tira un fósforo en pleno bosque seco.