Félix Loarca Guzmán
Desde 1954 cuando se produjo la invasión de mercenarios organizada por Estados Unidos para derrocar al Gobierno Constitucional de Guatemala, presidido por el coronel Jacobo Árbenz Guzmán, mediante un golpe de Estado muy parecido al que ahora la potencia del norte trata de llevar adelante para derribar al gobierno de Venezuela del Presidente Nicolás Maduro, nuestro país fue secuestrado por el capital extranjero en contubernio con las élites locales reunidas en el comité de cámaras patronales que actualmente representa al poderoso sector económico.
El presidente Árbenz estaba impulsando un sistema de capitalismo independiente. Una de sus columnas centrales era el programa de Reforma Agraria para dotar de tierra propia a los campesinos, a efecto que fortalecieran la economía con cultivos de productos básicos destinados a garantizar la alimentación de nuestro pueblo, sin tener que importarlos de otros países.
Ayer en Guatemala como hoy en Venezuela, Estados Unidos está desfigurando la realidad. En 1954 los sectores más retrógrados de la potencia invasora, trataron de justificar la intervención armada con la peregrina excusa que el presidente Árbenz era comunista. Guatemala fue desprestigiada a nivel internacional. Los medios de comunicación de la época, entre ellos algunos de aquí mismo se prestaron a la farsa.
Varios años después, diversos documentos desclasificados en los Estados Unidos, revelaron que lo de comunismo y las demás excusas que se tejieron, había sido una patraña. En el fondo, la invasión fue alentada por el Secretario de Estado, John Foster Dulles, y por su hermano Allen Dulles, quien era el Director de la CIA. Curiosamente, los dos eran altos personeros de una poderosa empresa bananera, cuyos intereses supuestamente serían afectados por la Reforma Agraria.
Los documentos desclasificados en Estados Unidos pusieron al descubierto la vergonzosa trama que los hermanos Dulles llevaron a cabo, evidenciando que el presidente Árbenz no era comunista y que todo había sido una farsa para sacarlo del poder.
En el caso de Venezuela, el interés del gobierno de Washington del desprestigiado presidente Donald Trump, es apoderarse de las inmensas riquezas naturales del país sudamericano, especialmente sus yacimientos de petróleo, que son considerados las reservas más grandes del mundo.
Ahora está en marcha toda una perversa maquinaria propagandística, en la que abundan las noticias falsas, tratando de presentar al gobierno del presidente Maduro como una dictadura. En el caso de Árbenz, los militares lo traicionaron y la ciudadanía carecía de armas para su defensa. En Venezuela, la situación es diferente, pues la mayoría del pueblo y las Fuerzas Armadas, con un alto nivel de patriotismo y dignidad están apoyando al gobierno del presidente Maduro.
A nivel internacional, más de cien países reconocen como legítimo al régimen del presidente Maduro, mientras el movimiento golpista solo cuenta con el “respaldo” de gobiernos impopulares como los de Guatemala y Honduras, que vergonzosamente se han colocado en un plano de servidumbre ante los intereses imperiales del Norte.