Dra. Ana Cristina Morales Modenesi
La falta de sueño se convierte en un problema de salud, ya que la afecta y tiene repercusiones en lo físico, psicológico, en el desempeño de todas las áreas de vida del ser humano y en la calidad de esta.
Un adecuado sueño permite mayor actividad, mejor desempeño físico y mental, así como mayor capacidad de disfrute, de relacionarnos mejor con otras personas y contribuye al fortalecimiento de la felicidad.
Sin embargo, es de considerar que las aportaciones de un sueño adecuado en tanto a cantidad y calidad ha caído en menosprecio. Dormir bien, en ocasiones, es visto como holgazanería y como una actividad carente de valor.
Las sociedades en el trajín de su cotidianidad imponen diversas circunstancias que impiden la posibilidad de la adquisición de un sueño adecuado, debido a diversos factores: El tráfico vehicular aumentado por causa de la falta de un apropiado servicio público de transporte determina que las personas deban tener horarios para levantarse de manera más temprana y para acostarse más tardíos. Existe un incremento de ruidos y estímulos externos excitatorios que impiden la conciliación del sueño (uso de teléfonos móviles, computadoras, televisión, y aumento de ruidos) y el surgimiento del estrés, ya que tanto la cantidad como la calidad del sueño se modifican por este y de manera bidireccional, las alteraciones del sueño aumentan el estrés.
Las horas ideales de dormir son un aproximado de 8 horas, y para los niños y adolescentes aún más. La falta de sueño produce cansancio y suele ser un factor de riesgo para la salud. Durante el sueño se consolidan actividades mentales, se reorganiza y optimiza el cerebro, un mal dormir acarrea déficit en la ejecución de pruebas que evalúan tareas cognitivas como memoria, atención y aprendizaje. Además de una drástica disminución en el tiempo de reacción para realizar las tareas del día a día. Es decir, nuestra capacidad para generar y emitir respuestas adaptativas se encontrará deteriorada, y la recuperación a ello se obtiene con el simple hecho de lograr dormir.
Con la disminución del período de sueño se genera estrés, lentitud del pensamiento, dificultades en la concentración y percepción precisa, fatiga e irritabilidad, nerviosismo y mal humor y puede ser un factor condicionante para el aparecimiento de desórdenes psiquiátricos como son la ansiedad y depresión, entre otros.
Si se duerme mal puede ser más difícil bajar de peso por alteraciones hormonales que afectan el metabolismo y puede ser que aumente el apetito. Y también, contribuye al aumento de factores de riesgo de enfermedad cardiovascular.
Así que es de importancia valorizar el dormir bien de una persona, pero también, de una sociedad. Ya que esto conlleva mayores costos en la atención de problemas de salud, dificultades en el rendimiento académico, laboral y social. Así como menoscabo en la felicidad y propensión al surgimiento de conductas violentas.