Francisco Cáceres Barrios
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Todo parece indicar que en Guatemala dejamos de “interpretar” las leyes para pasar a “retorcerlas” a conveniencia de cada político, funcionario, juez, diputado o bien por cualquier “perico de los palotes”. De esa cuenta a un diputado, a pesar de presidir la Comisión de Legislación y Puntos Constitucionales, se le antojó decir que va a ignorar las resoluciones que dicte la Corte de Constitucionalidad; también, a los magistrados de la Corte Suprema les importó un pito las pruebas que se acompañaron para quitarle la inmunidad de la que goza un candidato presidencial y para colmo, un miembro del Tribunal Supremo Electoral también asegura poder inscribir como candidatos a diputados tránsfugas de partidos políticos, a pesar de haber una disposición legal que claramente lo prohíbe. Ante semejante abuso, a la ciudadanía no le queda otra que rechazar tantas disposiciones que contradicen totalmente los principios democráticos elementales, disponiendo la mayoría ir a depositar su voto debidamente anulado el día de las elecciones.
He leído y escuchado algunas dudas sobre si el voto nulo, a la hora de repetir las elecciones los votantes no se podrían encontrar con las mismas planillas que provocaron su rechazo pero, leyendo detenidamente los artículos 210 del Decreto 1-85 de la Ley Electoral y de Partidos Políticos original y sus modificaciones contenidas en el artículo 119 del Decreto 10-04 y los artículos 41 y 46 del Decreto 26-2016, me quedó suficientemente claro que declarada la nulidad de una elección por el Tribunal Supremo Electoral, se repetirá esta y se tendrá que hacer una nueva convocatoria. Por consiguiente, también se tendrán que postular candidatos para ser electos en una elección posterior, los que por lógica, tendrían que ser diferentes a la anterior planilla propuesta, pues cae por su propio peso que aquellos partidos políticos que postularan los mismos candidatos no tendrían chance de ser elegidos.
Para mí es muy doloroso escribir sobre las conveniencias de anular nuestro voto en las próximas elecciones, preferiría mil veces hacerlo en favor de una planilla y mejor todavía, por algún candidato en especial, si es que pudiéramos escoger entre una gama de personas que seguro estoy, merecen muchísimo más ser nominados nuestros representantes al Congreso de la República (o al Parlacen) pero, como lo he dicho mil veces, en Guatemala no es posible escoger a nuestros diputados, por cuanto la casta política tiene la exclusividad de hacerlo ya fuera porque la Constitución o la Ley Electoral lo disponga o porque así se le antoja a toda una gavilla de malhechores que han estado militando en la política nacional para satisfacer solo sus intereses particulares y olvidarse por completo de que los fines de un cargo público son precisamente lograr el bien común. Muchos podrán decir que me gusta escribir sobre babosadas que en nuestro país no tienen ton ni son. Pues me duele reconocerlo, pero no dejan de tener razón. Idealista que es uno.