Mynor Alonzo
Guatemala es un país construido por pueblos que, por encima de todo, han sabido resistir las imposiciones históricas de los mismos que hoy financian a la #AlianzaCriminal e insisten en gobernar el país como su finca.
Y es que el verdadero talento de esa diminuta élite corrupta y berrinchuda que mantiene cooptado el país ha sido el de saber adaptarse a los requerimientos de producción que las potencias globales de cada época les han exigido, implementando modelos económicos con violencia desmedida y una cultura de racismo y exclusión.
Son los mismos que desde hace siglos excluyen de los espacios de toma de decisión a indígenas y pobres, los que durante la guerra utilizaron la idea del enemigo interno para excluir a la clase media ladina organizada y ahora, para mantener su impunidad, excluyen y marginan incluso a las élites que no se muestran de acuerdo con su modelo finquero de impunidad.
Nadie imaginaba hasta dónde estas redes criminales mantenían el control de las instituciones estatales, pero ahora, por primera vez están expuestos con nombres, pruebas y apellidos. A pesar de ello, la cultura de miedo y silencio y la desarticulación social que nos quedó de las políticas de contrainsurgencia durante la guerra interna ha hecho difícil que la sociedad civil acumule la fuerza política para desmantelar su #PactoDeCorruptos.
Es en momentos como éste que se debe valorar y aprender de los ejemplos de resistencia que muestran los pueblos que defienden la vida y los recursos naturales. Muestra de ello es La Puya, la resistencia pacífica de pobladores de San Pedro Ayampuc y San José del Golfo ubicada al norte de la Ciudad de Guatemala y que el domingo pasado conmemoraron 7 años de organización para la defensa de la vida.
Marchas, Misa, batucada, maratón, zanqueros, juegos, pintacaritas, obras de teatro y baile eran algunos de los elementos presentes en la celebración; demostrando que, aunque resistir ante grandes capitales puede ser peligroso y desgastante, también es una fiesta. La fiesta de la dignidad.
Desarrollar como sociedad la capacidad de mantenernos firmes en nuestros ideales, constantes en nuestras acciones y permanentes en los esfuerzos de organización nos permitirá, más temprano que tarde, acumular las fuerzas para lograr construir el país que queremos.
Aprovechemos el ejemplo de cientos de comunidades que, al igual que La Puya, no cesan en sus esfuerzos por construir paz, vida y el país que desean partiendo de sus comunidades. Si nos acercamos a sus luchas seguramente aprenderemos muchas cosas para fortalecer las nuestras dentro de las zonas urbanas.