Roma/Europa Press
El arzobispo de Chicago, el cardenal Blaise Cupich, ha advertido de que la denuncia de un delito «no debe verse obstaculizada por el secreto oficial o por normas de confidencialidad», durante su alocución en la segunda jornada de la cumbre anti pederastia que reúne en el Vaticano a 190 participantes, entre ellos, 114 presidentes de conferencias episcopales de todo el mundo.
Asimismo, ha precisado que «ninguna persona debe ser discriminada o sufrir represalias sobre la base de la denuncia de una acusación contra un obispo a las autoridades eclesiásticas».
También ha recalcado que los mecanismos para reportar acusaciones de abuso o mal manejo de casos de abuso contra un obispo deben ser transparentes y bien conocidos por los fieles». En este sentido, ha planteado el posible «establecimiento de mecanismos independientes de información en forma de una línea telefónica específica o un servicio de portal web para recibir y transmitir las acusaciones».
Cupich ha reivindicado el «respeto» y la «dignidad» como las actitudes con las que se deben tratar tanto a las víctimas y sus familias, como también a las personas que presentan la acusación. Además, ha sugerido la posibilidad de que la diócesis del sacerdote acusado se ocupe de sufragar los gastos de las terapias psicológicas que puedan necesitar las víctimas.
«Se deben hacer esfuerzos para asegurar que las víctimas reciban consejo psicológico y otro tipo de apoyo, que creo debe ser financiado por la diócesis del obispo acusado», ha propuesto.
En definitiva, ha subrayado que la rendición de cuentas debe ser justa y segura, sancionando para proteger a los vulnerables cuando el acusado es culpable y declarando la inocencia cuando el acusado no tiene culpa. Igualmente, ha pedido «rechazar categóricamente los encubrimientos».
En la misma línea, ha instado a los jerarcas episcopales a dejar de lado «la distancia institucional y las anteojeras relacionales» que les aíslan de enfrentarse «cara a cara con la cruda destrucción de las vidas de los niños y las personas vulnerables que el abuso sexual del clero trae consigo». «Nuestra escucha no puede ser pasiva, esperando que aquellos que han sido abusados encuentren un camino hacia nosotros. Más bien, nuestra escucha debe ser activa, buscando a quienes han sido heridos y tratando de servirles», ha añadido.