Madrid/Europa Press
En un país proclive a los desastres naturales como Haití, que todavía trata de superar los estragos del devastador terremoto de 2010, la actual crisis económica que atraviesa el país y que ha empujado a los haitianos a echarse a las calles en las últimas semanas podría echar por tierra los avances logrados por las organizaciones humanitarias en los últimos años y dejar a aún más personas en situación de vulnerabilidad, según advierte la ONU.
Desde el pasado verano, el país vive sumido en su «más larga y dañina» crisis económica motivada por la inflación de los alimentos y la constante devaluación del gourde, la moneda nacional, lo cual ha «debilitado la capacidad de los hogares para la autosuficiencia», explica a Europa Press la jefa de la Oficina de Asuntos Humanitarios de la ONU (OCHA) en Haití, Salima Mokrani.
El pasado 7 de febrero estallaron protestas contra el presidente, Jovenel Moïse, a raíz de un escándalo de corrupción que ha salpicado al mandatario y se prolongaron hasta el viernes pasado, dejando varios muertos, según la prensa, además de importantes daños y pérdidas. La calma parece haber regresado por el momento y el presidente ha hecho un llamamiento al diálogo.
Pero las consecuencias de estas movilizaciones, tanto en Puerto Príncipe como en otros puntos del país, se están haciendo sentir. «Con la parálisis de las actividades durante más de ocho días, muchas personas no fueron capaces de acceder a productos de primera necesidad o tuvieron dificultades para vender su pequeña producción agrícola», señala la responsable de la ONU.
Así pues, «pese a la extraordinaria resiliencia de los haitianos, los más vulnerables se han visto aún más debilitados y empobrecidos», denuncia Mokrani, que reconoce el temor de que «si los efectos de la actual situación continúan habrá un aumento en el número de personas necesitadas de ayuda en Haití, que ya es de 2.6 millones».
La jefa de la OCHA ha expresado su temor de que «las necesidades de varios sectores aumenten aún más y en consecuencia algunas familias se vean de nuevo necesitadas de ayuda humanitaria, alejándose del empoderamiento por el que trabajamos con todos los socios y que la gente quiere para sí misma».
Aunque no se han producido incidentes de seguridad en relación con las ONG que trabajan en el país durante las protestas, estas sí que han venido experimentando «un número creciente de retos» a la hora de desempeñar sus actividades en los últimos meses, como los bloqueos de carretera o los disturbios.