Carlos Figueroa

carlosfigueroaibarra@gmail.com

Doctor en Sociología. Investigador Nacional Nivel II del Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología de México. Profesor Investigador de la Benemérita Universidad Autónoma de Puebla. Profesor Emérito de la Facultad Latinoamericana de Ciencias Sociales sede Guatemala. Doctor Honoris Causa por la Universidad de San Carlos. Autor de varios libros y artículos especializados en materia de sociología política, sociología de la violencia y procesos políticos latinoamericanos.

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Carlos Figueroa Ibarra

La disputa hegemónica entre el chavismo y la oposición dio muestras el fin de semana pasado de que la lucha por la paz y la apelación a la guerra forman parte del discurso de ambas partes respectivamente. El chavismo organizó una multitudinaria manifestación el sábado 2 de febrero cuando conmemoró el 20 aniversario del arribo de Hugo Chávez a la Presidencia de Venezuela. Allí el presidente Maduro hizo la propuesta de adelantar las elecciones del poder Legislativo y con ello renovar la Asamblea Nacional. Si fuera cierto lo que dice la oposición en el sentido de que Juan Guaidó tiene el 86% de popularidad mientras que la de Maduro apenas alcanza 4%, sería algo muy bueno para el antichavismo adelantar para 2019 las elecciones legislativas de 2020. La propuesta de Maduro tiene como objetivo plantear en un eventual escenario de negociaciones una contrapropuesta a la de la oposición de convocar a nuevas elecciones presidenciales. Dicha propuesta también debe sustentarse en la convicción de que las cifras de popularidad dadas por la oposición no corresponden a la verdad y que lo que sucede en realidad es que el chavismo está en condiciones de volver a derrotarla, como ya lo hizo, en las elecciones para la constituyente, para las gubernaturas y finalmente para elegir presidente en mayo de 2018. Como quiera que sea, lo que está ofreciendo el chavismo es una salida negociada que salve a Venezuela de una sangrienta guerra civil.

En contraste con esta postura es necesario advertir lo observado en la concentración antichavista realizada el mismo día. Guaidó preguntó a los asistentes si le tenían miedo a la guerra civil a lo que la multitud respondió con un estentóreo “¡No!”. Entre los asistentes había quienes portaban pancartas en las que se expresaba que estaban esperando a los Marines “con los brazos abiertos”. Apelación a la guerra civil y a la invasión estadounidense son las dos caras de la moneda de la violencia a la que parece estarle apostando un sector significativo de la oposición venezolana. Revela esta apelación que probablemente en el seno del antichavismo están convencidos que con la lucha entre venezolanos no les alcanzará para derrocar al gobierno bolivariano. Dicen que el 90% de la Fuerza Armada Nacional Bolivariana está del lado del antichavismo, pero hasta el momento las defecciones de oficiales y tropa han sido aisladas. La apelación al artículo 233 para fundamentar constitucionalmente la asunción de Guaidó como Presidente Constitucional no tiene el mínimo fundamento legal si se revisa el referido artículo. Sí tiene fuerza el decomiso por parte del Departamento del Tesoro estadounidense de 18 mil millones de dólares de fondos en activos de PDVSA y producto de ventas anuales de petróleo. También la presencia del tenebroso Elliot Abrahams operando en función de la intervención.

Hoy tiene vigencia para Venezuela, lo que el gobierno cubano desde hace muchos años ha expresado acerca de su conflicto con los Estados Unidos de América: cada día que pase sin que haya guerra será una victoria para la patria amenazada.

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