Lic. Douglas Abadía C.
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El sistema político guatemalteco muestra cada cuatro años evidencias de mayor debilitamiento y la necesidad de su transformación; sin embargo, poca o ninguna atención se ha prestado a este punto, porque esa situación es precisamente la que conviene a los intereses de unos pocos que se disputan el poder y por ende, el control de los recursos, del territorio y de las instituciones estatales.
El proceso electoral (nivel histórico) se ha caracterizado por ser cargado de violencia, presiones, campañas negras fuertes, negociaciones oscuras y una multiplicidad de partidos políticos (veinte partidos en promedio) que se disputan los cargos de elección popular. Estos partidos básicamente se pueden ubicar entre la derecha con matices militaristas, neoliberales y autoritarios; la socialdemocracia poco desarrollada; y una izquierda débil inmersa en sus propias contradicciones. El próximo Proceso Electoral 2019 debe ser considerado y abordado como un evento político que exige el conocimiento de los planes de gobierno de los candidatos y especialmente, cómo lo llevarán a la práctica.
El común denominador en los procesos electorales llevados a cabo en Guatemala evidencia propuestas (en caso existan) de programas de gobierno irracionales y desfinanciados, en los discursos y en las entrevistas realizadas a los diferentes candidatos a la Presidencia y Vicepresidencia de la República, pues los programas de gobierno de los distintos partidos políticos que participarán en la contienda electoral han sido elaborados por profesionales marginados de la dura realidad que vivimos los guatemaltecos cotidianamente y sin incluir las demandas sociales de los sectores marginados de la población guatemalteca.
Además, los distintos procesos electorales que se han desarrollado desde 1985 hasta la fecha responden a temas de coyuntura, para el presente proceso electoral el tema y problema que más agobia a los guatemaltecos, según diversas encuestas de los medios de comunicación nacionales, es el desempleo y la inseguridad; por lo que ha sido característico en el país que se dejen marginados y en un segundo plano temas importantes como la salud, seguridad social, trabajo, desarrollo de la mujer, etc., pues la tendencia es tratar de solucionar el problema que afecta a más guatemaltecos y se descuidan otros aspectos de suma importancia.
Generalizando se puede afirmar que los partidos políticos vigentes basándose en sus programas de gobierno no plantearán propuestas trascendentes que traten de cambiar la dura realidad que vivimos millones de guatemaltecos día a día; se han dedicado a elaborar propuestas cortoplacistas, superficiales, redundantes, no toman en cuenta la diversidad cultural y étnica de nuestro país, por lo que gane quien gane la Presidencia de la República la realidad no será transformada para bien, todo seguirá igual y en caso dramático peor.
En conclusión queda la tarea de analizar muy bien el voto, no dejarse engañar por propuestas y discursos aparentemente incluyentes, modernizadores, congruentes con los Acuerdos de Paz y con la promoción de políticas con pertinencia cultural, entre otros. El verdadero juego es la disputa por el control del poder, del territorio y de las instituciones, agotando los recursos que tengan al alcance de la mano para hacerlo.
La participación política es importante al igual que la lucha por la búsqueda de nuevas rutas basadas en propuestas programáticas y prácticas políticas totalmente diferentes, que permitan que muchos guatemaltecos y guatemaltecas puedan participar más activamente en la refundación del Estado.