POR NICOLE WINFIELD Y JUAN ZAMORANO/AP
CIUDAD DE PANAMÁ

El Papa Francisco llevó la Jornada Mundial de la Juventud a menores infractores en Panamá que no pueden participar en el festival de fe de la Iglesia Católica, en su primer contacto con la periferia que el pontífice tanto pregona.

Francisco denunció cómo la sociedad margina y estigmatiza a los pecadores y criminales cuando, en cambio, debería crear oportunidades para que cambien.

El pontífice hizo las declaraciones durante una liturgia penitencial emocional en el centro de detención juvenil de Panamá, donde más de 150 jóvenes están cumpliendo condena por asesinato, robo y otros delitos.

Francisco llevó la Jornada Mundial de la Juventud al centro de detención de Las Garzas para que sus internos, incluso detrás de las cercas de alambre de púas, pudieran participar en el gran festival de fe de la Iglesia católica.

En su homilía, el Papa recordó que la sociedad tiende a etiquetar a las personas buenas y malas, a los justos y a los pecadores.

“Esta actitud contamina todo porque levanta un muro invisible que hace creer que marginando, separando o aislando se resolverán mágicamente todos los problemas”, dijo Francisco, luego de escuchar el testimonio de un recluso. “Y cuando una sociedad o comunidad se permite esto y lo único que hace es cuchichear y murmurar, entra en un círculo vicioso de divisiones, reproches y condenas”.

Desde la madrugada, varias personas se apostaron en el tramo que el Papa recorrió en papamóvil hasta el centro carcelario y que le permitirá tener un contacto con una de las zonas pobres de las afueras de la capital de este país centroamericano con el canal interoceánico y con el mayor crecimiento económico en América Latina en la última década.

Una multitud gritaba y levantaba banderas de la jornada cuando el Papa hizo la transición de un auto sedan cerrado al papamóvil. Allí, en ese punto a la entrada de Las Garzas, el Papa se detuvo y saludó a la gente.

“No puedo creerlo, el Papa visitándonos aquí”, dijo Margarita Castillo, una jubilada de 71 años. “¡Que venga también a vernos los que no podemos ir a la capital! ¡Gracias Papa!”, agregó, llorando.

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