Emilio Matta

emiliomattasaravia@gmail.com

Esposo y padre. Licenciado en Administración de Empresas de la Universidad Francisco Marroquín, MBA de la Universidad Adolfo Ibáñez de Chile, Certificado en Métodos de Pronósticos por Florida International University. 24 años de trayectoria profesional en las áreas de Operaciones, Logística y Finanzas en empresas industriales, comerciales y de servicios, empresario y columnista en La Hora.

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Emilio Matta Saravia
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En distintos foros de opinión donde he tenido la oportunidad de participar, se ha discutido harto sobre cómo generar empleo y desarrollo y cómo incentivar la economía del país, tan deprimida. Algunas personas indicaban que el principal problema económico que afronta Guatemala es de inversión. No existe suficiente inversión en el país, por lo que no es posible generar empleos que proporcionen mayores ingresos a la población. Estoy totalmente de acuerdo.

Siendo realistas, para que nuestra Guatemala pueda atraer a inversionistas serios necesita de varios factores indispensables. El primero, y más importante, es el mantenimiento del orden jurídico bajo el cual todos los ciudadanos, gobernantes y gobernados, estemos sujetos por igual a las leyes del país, o sea, Estado de Derecho. Sin esa garantía no vendrán inversionistas serios. Vendrán personas como Pérez Maura, quienes con chequera en mano compran funcionarios del gobierno para obtener concesiones en condiciones ventajosas sin consecuencia alguna.

El segundo es que el país cuente con una oferta importante de mano de obra calificada en distintas áreas. Guatemala presenta enormes rezagos en nutrición, salud y educación. Según FAO, en nuestro país el 47% de los niños padecen desnutrición crónica, la tasa más alta de América Latina, y Ecuador, el país que nos sigue en dicho ranking, presenta un índice de 25%, prácticamente la mitad. Sumado a ello, la deficiente cobertura de servicios de salud y nuestro calamitoso sistema educativo, nos ubican como uno de los países menos atractivos en cuanto a nuestra oferta de capital humano. Pongo el ejemplo de Intel en Costa Rica, que migró sus operaciones de ensamblaje hacia Asia, principalmente por un tema de ubicación de materias primas, pero que dejó en el país un centro de operaciones de investigación y desarrollo y otro de tercerización de procesos. Estos logros se dieron porque Costa Rica, a diferencia de Guatemala, sí cuenta con una importante oferta de mano de obra calificada en distintas áreas que le permitió, en primer lugar, instalar una planta de ensamblaje de productos, y en segundo lugar, cuando la misma tuvo que migrar por motivos logísticos, su base de capital humano les dio la oportunidad de retener o por lo menos permutar una parte importante de los empleos perdidos en dicha planta cambiando su giro de operaciones.

El tercer factor, no menos importante, es la ausencia de corrupción. El inversionista serio está claro que la corrupción en un país es uno de los costos más importantes que tendrá que afrontar en el largo plazo, por lo que le es más rentable invertir en países que presentan un menor riesgo en términos de corrupción. Lo que se pueda ahorrar en impuestos o en otros beneficios, lo pagará con creces en coimas, infraestructura deficiente y, eventualmente, una precaria situación económica derivada de altos índices de corrupción. Se han hecho estudios que demuestran un alto grado de correlación entre altos ingresos y ausencia de corrupción en un país.

Concluyo con que tenemos que trabajar, y mucho, en nuestras instituciones, nuestras personas y en erradicar la corrupción para ser un país que pueda atraer inversión.

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