Carlos Figueroa Ibarra
Tranquilo, en el crepúsculo de la vida, probablemente hace muchos años, Guillermo Pacheco Pulido consideraba terminada su carrera política. Dedicado al litigio en su despacho de abogados, debe haber contemplado serenamente lo hecho a lo largo de sus 85 años. Abogado desde 1957, tendría su primer cargo importante cuando en 1966 fue electo diputado local en la entonces provinciana Puebla. Luego sería dos veces diputado federal, Presidente Municipal (1987-1990) y finalmente en lo que parecía la culminación de su trayectoria en la política, Presidente del Tribunal Superior de Justicia del Estado de Puebla durante nueve años (1999-2008). Como puede deducirse de su hoja de servicios públicos, Pacheco Pulido pasó lapsos de tiempo fuera del servicio público aun cuando en esos espacios ocupó cargos importantes dentro de su partido, el PRI. Por ello se decía en Puebla que “no había terna sin Pacheco Pulido”. Su preeminencia le alcanzaba para ser considerado para cargos políticos, pero no siempre éstos se hicieron realidad.
Probablemente su vida hubiera continuado de la misma manera en que la vivía a principios de diciembre de 2018, si no hubiera sido porque el azar o la fortuna de la que habló Maquiavelo no lo hubieran ubicado de nueva cuenta en la palestra política. La tragedia del 24 de diciembre de 2018, hizo que desde fines de ese año y principios del actual, su nombre hubiese sido mencionado para ocupar el cargo de gobernador interino que era necesario designar. Esto finalmente ha sucedido el 21 de enero, cuando el Congreso local lo ha elegido para ese cargo casi por unanimidad. En el lapso de tres semanas y media, cupo la posibilidad de que Pacheco Pulido se hubiera quedado una vez más como el nombre en una terna. No faltó algún columnista (director de algún medio local) que asegurara que gobierno federal había acordado nombrar algún panista para el cargo. El propio CEN del PAN aseguró que dicho gobierno había incumplido algún compromiso para que el interinato recayera en alguien de sus filas. Verdad o mentira las anteriores aseveraciones, cabe decir que hubiera sido una tontería si Morena hubiese aceptado que el interinato recayera en alguien del partido de la finada gobernadora Alonso.
La muerte de Moreno Valle y Alonso ha herido gravísimamente al morenovallismo que esperaba gobernar al menos durante un cuarto de siglo. Cuando todo parecía que ello podría ser, el imponderable accidente ha comprometido seriamente las expectativas del neoavilacamachismo que se pretendía instaurar. Mal hubiera hecho Morena en no aprovechar el infortunado hecho del 24 de diciembre para buscar darle el tiro de gracia al legado de Moreno Valle. Sería como dejar levantarse del suelo al adversario una vez que éste se encuentra derribado. Esto es lo que Morena y sus aliados buscarán hacer en las elecciones extraordinarias que se realizarán en Puebla el 2 de junio de 2019. Y este remate se tiene que hacer con juego limpio y libre, sin repetir los fraudulentos métodos de Moreno Valle. Por ello en mi perspectiva, era inviable que alguien vinculado a Morena o al morenovallismo pudieran ocupar la gubernatura interina.
Este es el contexto en el cual el veterano político priísta puede hacer historia. Si su gestión de aproximadamente seis meses permanece neutral, logra organizar elecciones libres y limpias, si el resultado cualquiera que este sea, resulta incontestado, Guillermo Pacheco Pulido probablemente entrará por la puerta grande de la historia de Puebla. Habrá hecho caminar a Puebla al momento que vive la nación entera. Y sus seis meses de gobierno serán más recordados que los sexenios de sus antecesores.