Para efectos prácticos el descanso de Año Nuevo se ha prolongado hasta este fin de semana, y será el lunes cuando arranque en pleno 2019 y empiece lo que se vislumbra ya como el gran agarrón ante la acometida final que dará el Pacto de Corruptos en busca de su triunfo definitivo, descabezando a la Corte de Constitucionalidad y allanando el camino para unas elecciones manipuladas desde la misma lista de participación de candidatos.
No hay la menor duda de que no están dando palos de ciego y que todo obedece a una bien definida y planificada estrategia que depende, sobre todas las cosas, de eliminar a esa CC que se ha convertido en salvaguarda de la institucionalidad del país y que ha resuelto amparos que pretenden enderezar el imperio de la ley que ha sido retorcido en el marco de ese empeño manifiesto por asentar la dictadura de la corrupción en el país, violentando todo vestigio de legalidad para garantizar la impunidad que es pieza esencial de todo el juego.
De suerte que, de vuelta a la normalidad que caracteriza a este país tan anormal, es de estar preparados para los embates que se vienen y que no serán moco de pava. Vienen con todo porque están urgidos de consolidar el modelo que acabe de una vez con todas con la lucha contra la corrupción y los riesgos que representa para sus principales actores y que no deje espacio a la real democracia como expresión del ciudadano.