Danilo Santos

dalekos.santos@gmail.com

Politólogo a contrapelo, aprendiz de las letras, la ternura y lo imposible. Barrioporteño dedicado desde hace 31 años a las causas indígenas, campesinas, populares y de defensa de los derechos humanos. Decidido constructor de otra Guatemala posible.

post author

Danilo Santos
desantos.salazar@gmail.com

Estamos frente al año de los desenlaces político, electoral y social que definirán, en buena medida, lo que se vivirá en Guatemala durante las próximas décadas. Es un hecho que el mandato de la Comisión Contra la Impunidad ha sido revocado por el peor Presidente de la historia del país, tocará a quien salga favorecido en las urnas para dirigir el Ejecutivo, el negociar un nuevo acuerdo con Naciones Unidas para que la CICIG continúe o, pasar a la historia al igual que su homólogo saliente, como alguien que defiende la impunidad antes que la ingente necesidad de sanear el Estado.

El Legislativo, con la misma Junta Directiva del año anterior, no dudará en intentonas por seguir haciendo reformas espurias y aprobando iniciativas descabelladas, pero que son del gusto popular, especialmente de corte castrante y fascista.

La Corte de Constitucionalidad estará bajo fuego permanentemente, y de las y los magistrados de ese organismo depende en buena medida la estabilidad de las instituciones que tanto chinchinean los corruptos. Hay esperanza, sí, poca, pero la hay. Partidos con gran base organizativa rural y sin financiamiento ilícito, partidos con poca base territorial pero buenos cuadros políticos. Si se juntaran sería algo que pondría a temblar a las viejas maquinarias y a los dinosaurios que se la pasan inventando nuevas cuevas para guarecerse y esconder botines.

Mientras tanto, tirios y troyanos se aclaran para participar en lo electoral. Las cifras tienden a recrudecer, porque en época de campaña ni gobierno ni partidos hacen nada más que aceitar sus engranajes para ganar ciento cincuenta municipios y hacerse con la Presidencia de la República, diputaciones y alcaldías. Pero y la pobreza, acaso se pone en pausa. La salud, mejora mientras se espera el conteo de votos. La economía, bulle derramándose hacia los de abajo con cada mitin. No. Todo seguirá igual, y lo mejor sería que cada oferta electoral dijera claramente cómo piensa abonar a las soluciones que el país necesita, además de decir claramente qué harán respecto a la corrupción y la cooptación del Estado.

De momento, solo el MLP ha sido claro, los demás no pasan de las mismas cantaletas.

Sueño con la madurez de la izquierda y algunos de centro, haciendo un gran frente, que sería la única opción capaz de derrotar a la entente que ha sido formada por el Pacto de Corruptos con la bendición de Washington. Si no hay unidad en este momento, las crisis venideras nos obligarán a tenerlas, pero su costo será muy elevado.

Y no me canso de decirlo (escribirlo), las elecciones por sí mismas no solucionan nada, pero sus resultados pueden empeorar la situación o encaminarla hacia la búsqueda de salidas a la crisis de gobernabilidad que padecemos desde hace cuatro años. Un gobierno duro y conservador nos llevará a enfrentamientos que solo nos alejarán entre nosotros y de la Guatemala que queremos. Un gobierno sensato, maduro y capaz, puede ser la puerta de entrada a una nueva época en la historia de nuestro “bello y horrendo país”.

Artículo anteriorLa extorsión como parte de las conmemoraciones
Artículo siguiente¿Qué de nuevo tiene este año?