Arlena Cifuentes
Arlena_dcifuentes@hotmail.com
Los guatemaltecos tenemos una mayor responsabilidad para el año 2019, unos más que otros. Sobre todo aquellos que decimos conocer la realidad nacional y que tenemos las soluciones bajo la axila. Qué cambios queremos para el país; cómo concibe cada quien iniciar la transformación urgente que demanda la crisis actual de cada quien. Yo diría que ninguno de nosotros ha asumido verdaderamente, hasta hoy, la responsabilidad que le corresponde; de lo contrario no tendríamos un país en la debacle en la que actualmente se encuentra: la que hemos construido. De eso todos somos culpables, excepto aquellos a quienes hemos condenado a la miseria y la ignorancia por nuestra indiferencia.
En lo personal, nunca he sido funcionario público; Sin embargo, después de los años que invertí queriendo creer que ponía mi granito de arena en pro de las condiciones políticas del país y de las condiciones de vida para que segmentos de población pudiesen mejorar sus condiciones de vida; harta ya de vivir inmersa en medio de la mezquindad de tantos intereses de la llamada sociedad civil, dándose golpes al pecho para proclamarse “defensores del pueblo” cuando en la práctica cada quien sabía tras lo que iba; de la cooperación internacional viendo ciegamente a través de los ojos de sus contrapartes; de la incapacidad de los gobiernos de turno; de los interminables análisis y críticas vertidas que no pasaron de ahí, hechos por los brillantes analistas que no pasan de bosquejar caricaturas de lo que para ellos es la realidad nacional; después de eso, quise alejarme de lo nauseabundo y me convertí en espectadora.
Es en este período que también soy corresponsable. Hoy, lo que no podemos permitirnos unos a otros es seguir haciéndonos los locos, cada quien dentro de su área de competencia. Continuar quejándonos a estas alturas sobre los mismos temas no se vale: que la corrupción y la impunidad imperan en el país, todos lo sabemos. Se ha dicho y denunciado hasta la saciedad lo que había que decir, no pasa nada. Dejemos de cacarear y hagamos algo concreto.
Se inicia el 2019, nos enfrentamos a un año electoral en el cual, al día de hoy, si somos realistas y vemos la conformación de la palestra política, ninguna de “posibilidades” nos ofrece la seguridad de tener la capacidad, por su conformación, ni la voluntad de iniciar el cambio. En el contexto actual es imposible pensar en retomar programas o políticas que pudiesen estarse implementando porque hoy por hoy no existe ninguna. ¿Qué gobierno necesita el país para iniciar el camino correcto? Diseñemos el perfil necesario, demandemos de quienes pretenden hacerse del poder, propuestas congruentes con lo que el país necesita; obliguemos al nuevo gobierno a que se comprometa con impulsar las políticas indispensables, rechacemos el discurso populista de derecha y de izquierda, si es que estas existen.
Salgamos de nuestras madrigueras, irradiemos luz en la oscuridad, en la confusión y desinformación actual en donde cada quien hala y aprovecha el desconcierto del pueblo según sus intereses se lo demanden. Iniciemos la construcción de la dignidad de Guatemala, démonos a la tarea de exigir de los candidatos planteamientos serios. Lancémosles el reto de exigirles que respondan a una única propuesta que es de la que el pueblo está urgido. Desechemos y destruyamos las que ellos nos presenten.
Actuemos con hidalguía, o que la historia nos juzgue. No más crítica sin sentido, en ello solamente nos perdemos, nos dispersamos, nos desgastamos; nos mantienen entretenidos. Seamos propositivos, actuemos con cordura, con sensatez. Los analistas abandonen su ceguera, creyéndose poseedores de la verdad. Que en este nuevo año seamos capaces de iniciar la generación de la dignidad, de deponer el egocentrismo que nos invade, de tener las agallas de sentar las bases para una nueva manera de hacer política. Este es nuestro reto.