Marco Tulio Trejo Paíz
En pleno siglo XXI seguimos viendo gente en la calle tirar la basura donde les viene en gana; es necesario que se haga una campaña de divulgación que erradique este mal proceder de una ciudad carente de educación y de cualquier tipo de pensamiento social.
No cabe duda que somos el reflejo de nuestras casas y no tenemos la más mínima consideración por el vecino, ese vecino que trata de hacer bien las cosas, pero que es criticado por lo mismo, por ser diferente y procurar ser un mejor país en todo sentido.
En las carreteras y calles citadinas vemos circular vehículos de donde lanzan cualquier tipo de basura por la ventana, especialmente en los autobuses del servicio extraurbano y urbano de pasajeros, donde tanto pilotos, ayudantes y pasajeros, ven nuestra red vial como un vertedero comunitario.
Es importante que nuestras autoridades hagan algo para cambiar esa actitud negativa de mucha gente, que anda por allí sin rumbo y sin visión de país, simplemente ven por sus asuntos y no se ponen a pensar en el gran daño que le causan a nuestro país con lanzar la basura por cualquier lado.
Me recuerdo hace años cuando el fallecido alcalde capitalino, Álvaro Arzú, trato de que la ciudad sea considerada la “Tácita de Plata”, aquella urbe que demostraba un ornato de altos quilates, donde la gente podía caminar y disfrutar de una verdadera urbe.
Hace algunos años, un periodista José Eduardo Zarco, se atrevió hacer una campaña que denominó “No sea Coche”, la cual cumplió su cometido y cambió ese actuar tan dañino para nuestro ambiente, porque en las ciudades tapan los tragantes y en las carreteras contaminan las áreas verdes.
Aunque el titular de mi artículo no es del todo exacto, porque los coches son unos animales muy limpios y no son seres vivos que contaminen el entorno donde viven, al contrario se dedican a limpiar su hábitat.
Pero como no todo es malo, también he visto mucha gente que en vez de tirar los desechos que produce, los tira en algún recipiente de basura o bien los colocan en sus autos para posteriormente llevarlos a sus casas, donde tienen contratados los servicios de algún extractor de residuos.
Esto es un ejemplo para los hijos y la familia, lo cual demuestra que en Guatemala todavía hay muchas personas valiosas que marcan las diferencias y que tratan de hacer las cosas de una mejor manera, quienes tratan de sacar, al país, del hoyo donde nos encontramos, por la falta de educación y sobre todo por falta de un plan gubernamental de desarrollo humano, que afectará a las próximas generaciones.
Tenemos la obligación como sociedad de generar nuevas expectativas, para los jóvenes que están esperando una oportunidad de vida y recibir una nación con mejores oportunidades, lo cual les permitirá tener una mejor calidad de vida, pero sobre todo una sociedad que puede levantar la mano, para decir somos un ejemplo para el mundo entero.
Tratemos de ser mejores, tratemos de cambiar las cosas malas que ahora vivimos y que nuestras futuras generaciones puedan decir que viven en una Guatemala diferente, una Guatemala que les permite enfrentar el futuro de una manera digna y confortable. ¡Juan Pueblo tiene la última palabra!