René Leiva
Zavala, Cirineo, aseguró que su clarividencia y destreza para localizar osamentas humanas sepultadas en fosas clandestinas –sirvió en antropología forense—fue meramente instintiva, que debióse a su innata, crónica e incurable carencia de calcio, pero entre una y otra cosa nunca hubo relación ni propósito curativo o intento de alivio.
Zaque Dobias, Gervasio, con palabras parecidas, dejó dicho que el corazón es una víscera muscular que suele funcionar más en relación a los otros, incluso extraños, que para con su dueño, por la sobrevivencia de ambos.
Zea, Anastasia, cultora del llamado cine de época, el ambientado en la Grecia clásica o la Roma antigua, en tiempos bíblicos, la Edad Media o el Renacimiento europeo, el lejano oeste norteamericano, la era victoriana, el imperio otomano, los primeros siglos del cristianismo en la cuenca mediterránea, la América colonizada; o sea cuando las personas no hablaban por teléfono celular ni tecleaban ordenadores, no fumaban cigarrillos con o sin filtro, no había persecuciones en automóvil ni en naves espaciales, no aparecían sórdidos lugares de ruido deshumanizador y luces giratorias y humo vomitante donde jóvenes entraban en estólido trance aberrante. Para Anastasia el cine situado en intervalos del pasado fue el antídoto de su presente, un retorno al olvido retenido y vuelto a liberar en secuencias inéditas, entrañables de tan distantes y ajenas.
Zenothes de Amianto, tradujo a Platón y Aristóteles al escita y al filisteo, al tamul y al mandarín, con proemios y epílogos de su fecunda erudición filológica e historiográfica. Debiérosele seis tratados, sobre el bostezo, el hipo, la tos, el estornudo, la risa y el llanto, fenómenos más bien fisiológicos que Zenothes asoció con el aire, que, de los cuatro primigenios, para él era el elemento por antonomasia.
Zepeda Weinberger, Cupertino, fue rector y profesor emérito de la Universidad Pedro de Alvarado, ideólogo de la corrupción con sustento académico conservador, concibióla como una inevitable rama de la libre empresa, un signo característico de la iniciativa y emprendimiento individual, del espíritu competitivo inherente a la libertad humana. Sin la corrupción en todas sus facetas y magnitudes –decía—el hombre todavía viviría en la caverna. Para Zepeda Weinberger la apropiación bizarra de fondos estatales era simple recuperación de la imposición tributaria. Ejerció gran influencia en la economía y la política.
Zetanory, Quirio, poeta en el gueto oficial y recompensado de los poetas, durante un simple mas no superficial experimento, de supuesta fraternidad crítica, acerca de su importancia el restringido medio literario, y en tanto ostentó alguna autoridad en modesta dependencia estatal, mostró su verdadera índole contenida/reprimida en engañoso aspecto: hiperbólica valoración de sí mismo, embozada arrogancia, desmesurada susceptibilidad, rencor, hipocresía, cobardía, venganza disfrazada, todo ello tras una vieja y melancólica máscara de tierra y escarcha.
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“Estado de derecho”, “leyes generales y abstractas”, reglas claras”, “certeza jurídica”, “presunción de inocencia”… frases vaciadas de contenido, comodines, poliinterpretables, relativas, discutibles, con que se llenan la cochambrosa bocota grupos e individuos farisaicos con sus entrañas enredadas en la corrupción/impunidad organizada. (Con información de Perogrullo Morales Arzubico).