Licda. M.A. Sonia Elizabeth Montes Valenzuela de Luján*
Con suma frecuencia se puede observar en los diferentes medios de comunicación, noticias relacionadas con personas del género femenino afectadas en cuanto a ser víctimas de agresiones, tales como asaltos, robos, extorsiones, intimidaciones, discriminaciones, golpizas, violaciones, secuestros, trata de personas, inclusive asesinatos que incluyen el ser descuartizadas. Algunas de estas agresiones son sufridas a manos de grupos delincuenciales que operan en el país, otras por parte de familiares, vecinos, amigos, conocidos, compañeros de trabajo o por parte de sus parejas. Es preocupante este incesante incremento en los niveles de violencia en el país, es como una enorme montaña cuyo crecimiento parece inevitable. Esta violencia puede provocar en las mujeres sentimientos de indefensión, impotencia e incapacidad para prevenir y erradicar estas acciones violentas contra el género femenino. Para erradicar esta violencia es necesario modificar radicalmente los perfiles que caracterizan a cada género, que se han introyectado durante generaciones y que finalmente determinan las actitudes que tanto el hombre como la mujer asumen en la sociedad guatemalteca, al interior de la familia, y en instituciones educativas, y de otro tipo. Existen diversas definiciones, que en cuanto a su contenido son muy similares, tales como, el punto de vista de la Asamblea General de las Naciones Unidas Declaración sobre la Eliminación de la Violencia contra la Mujer, aprobada en Viena en 1993, artículo 1, según el cual se entiende por violencia contra la mujer “cualquier acto basado en la pertenencia al sexo femenino que causa o es susceptible de causar a las mujeres daño o sufrimiento físico, sexual o psicológico, e incluye amenazas de tales actos y la restricción o privación arbitraria de la libertad, tanto en la vida pública como en la privada”. Es decir que la violencia contra la mujer básicamente abarca cualquier tipo de agresión que vaya dirigido a una persona del género femenino, ocasionándole daño en su integridad personal, sin importar si la misma es sobre su salud física, sobre su sexualidad, su higiene o salud emocional o psicológica, o bien de forma económica afectando su capacidad de sobrevivencia y su libertad económica y/o financiera. Este fenómeno se refiere a la discriminación de la cual ha sido víctima la mujer, desde hace siglos, debido a que ha tenido que ir conquistando espacios, a lo largo de la historia, como por ejemplo el derecho de estudiar una carrera universitaria, sobre todo, en materia de medicina, derecho, ingeniería, y otras carreras que se consideraban propias de los hombres, así como el derecho a votar, a trabajar, a participar en política, el derecho a elegir a la pareja y no a ser asignada a alguien como un objeto inanimado que se puede comprar o vender. Cualquiera que sea el tipo de violencia que se ejerce contra la mujer, la misma debe terminar, para que la sociedad guatemalteca sea más equitativa y la mujer pueda ser tratada como un ser humano.
*Fiscal de Distrito Adjunto Fiscalía de Derechos Humanos
Ministerio Público.