Juan Francisco Reyes López
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En nuestra querida Guatemala, en la época en que “Cayo” Castillo nació, los grupos sociales que se conocían eran prácticamente los mismos.
Mis padres no eran la excepción y por consiguiente conocían a “Cayo” desde joven, a su novia, a su familia y por supuesto me incluía.
La empresa de la familia Castillo era una rama de los dueños de la Cervecería Centro Americana, y de la productora de la Pepsi. Como es natural, una cosa es ser familia y otra ser competencia.
La Pepsi, desde que yo puedo recordarlo, competía principalmente en la oferta de las aguas gaseosas de colores. A mi padre le tocaba periódicamente, por su empresa de transporte, llevar grandes cantidades de azúcar para la producción. A mí me gustaba ir a las entregas, igual que a los empleados que descargaban el azúcar, porque al final siempre había un regalo: una gaseosa.
“Cayo” desde muy joven fue superinquieto, eficiente y agresivo. Hay un “monumento”, el edificio de la Cámara de Industria, que “Cayo” construyó para el uso de ese grupo gremial y empresarial. Muchos pensaron que “Cayo” fracasaría en la construcción de ese edificio donde esta buena parte de la historia de las actividades gremiales y empresariales que se han desarrollado en nuestro país, incluyendo a CACIF, que de “pura casualidad” funciona en el noveno piso de ese edificio, igual que lo hace en tres de sus últimos pisos el Club Industrial, que también es parte de la historia de la actividad social y económica donde “Cayo” ha puesto su huella.
“Cayo” fue presidente de la Cámara de Industria y fue electo miembro de la junta directiva de la Empresa Eléctrica, que a veces fue privada pero dirigida como una eficiente sociedad que le pertenecía totalmente al Estado de Guatemala.
En esa posición se encontraba “Cayo” cuando los jóvenes oficiales del Ejército dieron el golpe del 23 de marzo de 1982, y por consiguiente la Empresa Eléctrica de Guatemala pasa a manos del gobierno de Guatemala; “Cayo” Castillo había logrado ahorrar una importante cantidad de reservas o acciones, con su personalidad consideraba que nadie más que él y su junta directiva podían decidir qué hacer con ello.
En la subsiguiente reunión, la junta directiva de esa institución, presidida por Leonardo Figueroa Villate, ministro de Finanzas, y Arturo Padilla Lira, ministro de Economía, informaron que las utilidades serían trasladas al Ministerio de Finanzas, quien decidiría por urgencia que el Estado dispusiera de su patrimonio.
A lo que “Cayo” Castillo les manifestó que tenían que removerlo como presidente de la junta directiva, por cuanto las utilidades que no se habían entregado ya tenían un destino por él previsto. “Cayo” consideró que esta manifestación era suficiente, pues en la Empresa Eléctrica mandaba él.
Dicho y hecho, en la siguiente sesión la junta directiva le agradecía a “Cayo” su gestión y él sin premeditarlo se fue de la Empresa Eléctrica, por lo que le tomó, por su forma de ser, un odio infernal a Efraín Ríos Montt, considerando que esta era decisión del presidente en funciones y de sus nuevos ministros.
Pasó el tiempo y “Cayo”, en lo privado, fue electo director de la Asociación de Amigos del País, donde estábamos concluyendo nuestro mandato varios directivos, incluyéndome a mí. Para qué quise más, la mitad de esa sesión “Cayo” abiertamente indicó en palabras textuales que el General José Efraín Ríos Montt era un hijo de “puta”.
Continuará…
¡Guatemala es primero!