Javier Monterroso
La Universidad de San Carlos de Guatemala (Usac) siempre ha jugado un papel político importante en el país, en sus aulas se han formado algunas de las mentes más brillantes de nuestra historia, se ha despertado la conciencia social de muchos líderes y se han gestado cambios sociales importantes, por ejemplo el papel destacado de estudiantes y profesionales fue determinante en la revolución de 1944. Es por ello que quienes detentan el poder político y económico intentan destruir la universidad, casi lo lograron durante el Enfrentamiento Armado Interno donde cientos de estudiantes y profesores fueron cobardemente asesinados, precisamente porque sabían que los conocimientos revolucionarios que se impartían y los líderes que estaban siendo formados ponían en riesgo el estatus quo.
Producto de esta brutal represión durante muchos años la Usac permaneció políticamente dormida y cooptada por el crimen organizado y líderes estudiantiles vinculados con la corrupción y los partidos tradicionales, aunque se seguía produciendo conocimiento científico el mismo no buscaba transformar la realidad social, y los buenos lideres estudiantiles y profesionales quedaban marginados de las decisiones por el clientelismo y la corrupción de autoridades y grupos estudiantiles. Fue debido a la coyuntura del despertar ciudadano producido por los casos de corrupción que CICIG y el MP destaparon en 2015, que se abrió la posibilidad de nuevos liderazgos estudiantiles y que la Usac volvió a ocupar el lugar que le corresponde en la sociedad guatemalteca. Así fue que expresiones como Usac es Pueblo, generaron sinergias con otros movimientos sociales y estudiantiles de universidades privadas y fueron fundamentales en las protestas de 2015.
El liderazgo estudiantil fortalecido por los eventos de 2015 permitió retomar espacios en las asociaciones estudiantiles y en el Consejo Superior Universitario (CSU), y finalmente en 2017 retomar la Asociación de Estudiantes Universitarios (AEU). Desde estos espacios y acuerpados por decanos consecuentes han logrado que la Universidad adopte posiciones coherentes ante la coyuntura y la cooptación del Estado por poderes mafiosos. Por ejemplo, encabezar la marcha del 20 de septiembre de 2017 contra los cambios al Código Penal que el Pacto de Corruptos intentó para alcanzar impunidad, o declarar non gratos a Jimmy Morales y al exrector y actual vicepresidente Jafeth Cabrera.
Estas acciones han enfurecido a los corruptos que controlan el gobierno y el Congreso, e intentan vengarse y debilitar a la Usac para que no siga teniendo el papel protagónico en la actual crisis de gobernabilidad. Por eso es que el Ministerio de Finanzas no ha cumplido con entregarle el presupuesto completo correspondiente al año 2018, y que le están intentando rebajar más de 200 millones de quetzales en el prespuesto del 2019, en contraposición en la propuesta de presupuesto 2019 están aumentando casi 300 millones al Ministerio de la Defensa, pues planean tener contento al Ejército para poder usarlo para reprimir a la población en las futuras crisis.
Es por eso que la lucha por el presupuesto de la Usac debe ser una lucha de toda la sociedad, y especialmente de toda la comunidad san carlista, que incluye no solo a estudiantes y profesores sino también a los egresados que juraron defender la autonomía universitaria.