POR STEVE PEOPLES/AP
WASHINGTON

La turbulenta campaña electoral que puso a prueba el estilo político de tierra quemada del presidente Donald Trump contra la fuerza de la resistencia demócrata llega a su fin: los estadounidenses votan hoy en las primeras elecciones nacionales de la era Trump.

Y, por el momento, nada es seguro.

Los republicanos ansiosos manifestaron en privado su confianza en mantener su estrecha mayoría en el Senado, pero temen perder la Cámara de Representantes. Trump, la voz principal del Partido Republicano, advirtió que las victorias significativas de los demócratas podrían tener consecuencias devastadoras.

«Si los demócratas radicales toman el poder destruirán nuestra economía y nuestro futuro”, declaró Trump en Cleveland, echando mano de la misma retórica acalorada que ha definido gran parte de su presidencia. «La agenda demócrata es una pesadilla socialista”.

Los demócratas, cuya relevancia en la era Trump depende de hacerse con al menos una de las cámaras del Congreso, se centraron en la atención sanitaria y predijeron triunfos que romperán el monopolio republicano en Washington y en los gobiernos estatales.

«Han tenido dos años para darse cuenta de cómo es tener a una persona desquiciada en la Casa Blanca”, dijo el gobernador de Washington, Jay Inslee, líder de la Asociación de Gobernadores Demócratas. «Este es un despertar para el Partido Demócrata”.

Los demócratas podrían hacer fracasar la agenda legislativa de Trump para los próximos dos años si ganan la mayoría en la cámara baja. Y más importante aún, quizás, es que tendrían poder legal para investigar los muchos deslices personales y profesionales del presidente.
Algunos demócratas ya se comprometieron a forzar la publicación de sus declaraciones fiscales, mientras que otros prometieron intentar un juicio político, aunque su salida de la Oficina Oval parece poco probable mientras los republicanos controlen el Senado o mantengan una minoría considerable.

LOS SECTORES CLAVES EN ELECCIÓN

El futuro de los demócratas depende de una delicada coalición de votantes no habituales -especialmente jóvenes y minorías -que normalmente no participan en los comicios de mitad de legislatura.

Si hubo alguna vez un año para que los votantes jóvenes rompan con la tradición, es este. Los más jóvenes prometieron votar en masa mientras participaba en multitudinarias protestas tras la balacera masiva del pasado febrero en una escuela secundaria de Parkland, Florida, que dejó 17 estudiantes y trabajadores muertos.

Los demócratas están basando su fuerza en las mujeres y en votantes con formación universitaria en general, que se lanzaron definitivamente contra Trump desde su elección. Las encuestas sugieren que la coalición republicana que llevó al poder a Trump a la Casa Blanca es cada vez más vieja, blanca, masculina y con menos probabilidades de tener título universitario.

Los demócratas cuentan con una diversidad nunca vista antes en sus boletas.

Mientras la economía sigue prosperando, Trump dedicó gran parte de los últimos días de la campaña a criticar a la caravana de migrantes centroamericanos que se dirige a la frontera de Estados Unidos para solicitar asilo. Envió más de 5 mil soldados a la región y llegó a sugerir que las tropas podrían utilizar fuerza letal contra los migrantes que arrojen piedras, aunque luego se retractó.

En privado, los republicanos han animado al presidente a dar marcha atrás, aunque en vano.

Los demócratas, por su parte, recurrieron a su caballo de batalla: la sanidad.
«La atención sanitaria está en la boleta”, dijo el expresidente Barack Obama a voluntarios demócratas en Virginia. «La atención sanitaria para millones de personas. Voten, pueden salvar una vida”.

Los resultados dependerán de panoramas drásticamente distintos en las carreras a la Cámara de Representantes y al Senado.

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