Oscar Clemente Marroquín
ocmarroq@lahora.com.gt
En el transcurso de sus casi cien años La Hora ha enfrentado diversas formas de autoritarismo y esfuerzos por acallar su voz y ahora, cuando se ha recompuesto el poder de los corruptos en Guatemala, el Congreso que tan poco ha legislado en asuntos de interés nacional, llega a acuerdos para emitir un decreto cuyo único fin es intentar la destrucción de un medio cuya voz les ha resultado tan molesta que les hizo priorizar dentro del pacto entre todos los corruptos esa iniciativa con clara y precisa dedicatoria. La ley de Avisos Electrónicos es una norma que violenta la cacareada certeza jurídica, pero que se explica en lo que les arde a los picaros la existencia de un medio que no se doblega ante el poder económico y que se constituye en voz crítica para las cochinadas que fraguan los que se han adueñado del país.
En estos casi cien años hemos recibido numerosas distinciones de los más diversos sectores, pero ninguna tan enaltecedora como el vernos convertidos en objetivo central del Pacto de Corruptos porque constituye la mejor muestra de que estamos cumpliendo con nuestros principios, con los valores que han inspirado al diario y con nuestro compromiso de aportar al cambio en el país que tiene que partir, por fuerza, de la derrota de los largos que se vienen aprovechando desde hace muchos años de un sistema político prostituido por ese pecado original de la mal llamada democracia guatemalteca, que es y ha sido el financiamiento electoral que ahora han vuelto a consagrar y del que necesitan que ya no se hable, entre muchos otros vicios.
El plan para acallarnos, sin embargo, tiene una deficiencia insalvable. Y es la determinación que tenemos en La Hora, pues no callaremos ni nos vamos a doblegar y estamos preparados para continuar nuestra misión y tarea con todo el vigor y la energía que pueda imaginarse. Por el contrario, nos están confirmando e invistiendo con la máxima autoridad moral para denunciar y atacar el Pacto de Corruptos y nos están convirtiendo en el estandarte de esa lucha que constituye la única esperanza de salvación del país.
Muchos tiranos han tratado de acallar a La Hora a lo largo de su historia, pero siempre han fracasado porque hemos tenido el temple para resistir a los más aviesos planes. Hoy enfrentamos a una pandilla que carece de inteligencia y que en su ceguera, lejos de amilanarnos y no digamos de aniquilarnos, nos elevan a una dimensión especial porque no puede negarse la importancia y trascendencia que tiene un medio que obliga a todo el Pacto de Corruptos a concentrarse en el esfuerzo por acallarlo.
En contubernio con los que tanto hablan de su certeza jurídica cuando les conviene y que jamás pudieron comprarnos, disponen dejar en la volatilidad y vulnerabilidad de la nube cibernética la constancia de negocios jurídicos que, bien resguardados en la Hemeroteca Nacional han sido garantía de verdadera certeza jurídica. Todo país debe modernizarse, pero aquí, por hacer las cosas con dedicatoria ponen en riesgo la certeza como ha pasado en casos ocultos en el Registro Mercantil y en la Contraloría de Cuentas y por eso no invertirán en seguridad cibernética y de los sistemas.
Atropellan la legalidad para destruir a un medio y el tiro les saldrá por la culata, porque con la reafirmada autoridad moral que nos da el haber sido blanco del Pacto de Corruptos, nuestra lucha y nuestra tarea se mantiene.