Pedro Pablo Marroquín Pérez
pmarroquin@lahora.com.gt
@ppmp82
Hay cosas que pasan en este bello país que debemos ver para creer, y así nos sucede ahora con la desesperada ofensiva de los corruptos nacionales y su desmedida obsesión para regresar a los tiempos de impunidad dura y pura que, por cierto, tienen en el presidente Jimmy Morales a su máximo y a la vez más patético representante, quien les ha servido para sus perversos intereses.
Por donde volteemos a ver hay corruptos queriendo consolidar el sistema y eso pasa con bastantes actores en los Organismos Ejecutivo, Legislativo y Judicial que, en concordancia con el esfuerzo de muchos particulares (principalmente aquellos que sienten en la nuca el aliento de la justicia) están emprendiendo todo tipo de acciones para lograr la reconfiguración del sistema que han jurado defender a capa y espada para vivir en el reinado de la impunidad y corrupción que tantas tranquilidades ofrecía a algunos, mientras robaba oportunidades a millones.
Y de esa cuenta es que vemos un feroz ataque (sin fundamento) en contra de tres magistrados que hacen mayoría en la Corte de Constitucionalidad (CC) y para ello se han visto obligados a sacar a los “gatilleros jurídicos”, esos que por “honorarios” salen a pintarse como lo que siempre han sido y que han servido de base para los ataques de Estado en contra del Estado de Derecho (valga la redundancia).
Y ese discurso que pretende aniquilar el Estado de Derecho ha sido llevado por el mismísimo presidente Morales a los Estados Unidos, lo que, además, es un sinsentido porque el excomediante pide a mil gritos que se respete la soberanía pero va a “llorar” a los Estados Unidos y como ya le están descubriendo el juego, se tiene que inventar lo de los terroristas de ISIS para intentar quedar bien con quienes le han frenado la mano en sus férreas intenciones de sembrar impunidad.
Cualquiera con dos dedos de frente y quienes ven un incremento de 75% de nuestros migrantes (expulsados en condiciones que lloran sangre) entienden que los chapines salen de este país por varias razones, pero entre esas, destaca la falta de oportunidades que provoca un sistema cooptado hasta le médula y que es, justamente, lo que Morales y sus aliados desean preservar.
De esa cuenta es que hemos empezado a ver, a pesar de que no todos estaban en la misma página, una unificación de criterio en Washington y ya no solo hablan del apoyo a una CICIG reformada (que significa el adjunto y rendición de cuentas) sino que ya empiezan a hablar de que ojalá el Gobierno y la ONU pueda acordar la continuidad del ente internacional más allá de septiembre de 2019.
Da cólera oír el nivel de cinismo de quienes desean defender y consolidar este sistema, pero a la vez tenerlos es una bendición porque sus desesperación los está siendo ser tan burdos que ellos se pintan solos y para muestra al abogado que habló en nombre de Morales y dijo que “las migajas” con las que compraron a su cliente no son corrupción.
En Guatemala lo que está en proceso son las acciones desmedidas y desesperadas de quienes desean consolidar este sistema, y los guatemaltecos debemos abrir los ojos, acordar mínimos (sin necesidad del diálogo que piden para que todo siga igual), denunciar el sistema y anunciar las reformas necesarias para derrotar al sistema, además del esfuerzo de los investigadores y jueces porque los mafiosos enfrenten la justicia en el marco del Estado de Derecho y la aplicación del debido proceso.
Piden soberanía, pero no dicen que desean que vivamos bajo la soberanía de la impunidad y la corrupción, y para ello, necesitan destrozar el Estado de Derecho y han llevado sus disparates hasta Estados Unidos dispuestos a renunciar a su paja de la soberanía si les apalancan sus perversas intenciones.