Oscar Clemente Marroquín
ocmarroq@lahora.com.gt
Parte del juego en el que nos han metido los expertos en la polarización que saben lo fácil que es dividir a la sociedad guatemalteca con absurdos ideológicos que son resabios de lo que vivimos a mediados del siglo pasado es sembrar la confusión para que, en medio de lo que parezca un gran enredo, la ciudadanía se quede literalmente silbando en la loma sin atinar cuál es el verdadero juego de los que necesitan esa dispersión para avanzar en el establecimiento de la dictadura de la corrupción. Y como dije hace algunos días, en el tema ideológico las extremas son tan extremas que se terminan dando la mano y haciendo lo mismo, lo que puede verse por ejemplo en cómo los radicales de la derecha mantienen el discurso anti CICIG fundado en el tema de la soberanía y los radicales de la izquierda repiten lo mismo, con el agregado de que se trata simplemente de un pleito entre las élites.
Pero lo que es evidente es que nuestro Estado fue secuestrado por la corrupción y que en esas condiciones perdió por completo su capacidad para atender sus obligaciones fundamentales. No es casualidad que se haya publicado que volvimos a retroceder en los indicadores del desarrollo humano y que bajamos en el ranking mundial nuevamente, siendo patético que un país como el nuestro, con su recursos y su gente, vayamos de retroceso en vez de avanzar como lo hacen los demás en temas como el combate a la pobreza, la nutrición, educación y salud.
No existe ninguna política de Estado para atender las necesidades de la población y eso es irrefutable porque los programas que se implementan son para que les quede untada la olla a los funcionarios y proveedores. Las licencias que se otorgan se pasan por el arco del triunfo el tema de las comunidades porque lo que cuenta finalmente es cuánto puede cobrarse de mordida por obviar cada uno de los requisitos que la ley contempla. Quien pueda creer que se ha otorgado concesión o licencia sin pedir mordida en cualquier negocio o es iluso o parte del sucio jueguito tan bien diseñado y ejecutado.
Teorías sobre la división entre guatemaltecos por el tema ideológico puede haber muchas, lo mismo que se puede decir que tenemos una tendencia social al desacuerdo y el conflicto. Pero la división existente entre los pícaros y los decentes es algo que no se puede ocultar porque salta a la vista y explica las causas de que hasta entre miembros de un mismo núcleo familiar haya discrepancias respecto a la lucha contra la corrupción.
Por supuesto que quienes sienten pasos de animal grande cada jueves de CICIG están ubicados donde deben estar y los que se indignan porque tengamos casos como el de Pérez, Baldetti y Sinibaldi o Colom y Gustavo Alejos, se colocan por supuesto en el lugar que demandan las circunstancias.
No es tema de izquierdistas y derechistas ni de patriotas o vendepatrias. Es cuestión entre la decencia y el miedo al fin de la impunidad. Allí está centrada la real controversia.