Pedro Pablo Marroquín Pérez
pmarroquin@lahora.com.gt
@ppmp82
La semana pasada hablaba de que hay gente con la que razonablemente se puede debatir, pero una constante que veo y me preocupa es que los radicales o los razonables que dicen apoyar a Jimmy Morales y/o que culpan a la CICIG por los deberes que nosotros los guatemaltecos no hemos hecho por décadas, dicen que el ente internacional y/o su Comisionado no deben ir a más y que el cambio es cosa de los chapines, pero no ahondan en el qué y menos en el cómo en lo que a los vicios del sistema se refiere.
Y eso es sumamente preocupante porque quienes alientan al Presidente a seguir con sus planes, lo incentivan a cometer ilegalidades porque le sugieren que desacate a la Corte de Constitucionalidad (CC), se están limitando a seguir el discurso de la Canciller (repitiendo una sarta de mentiras) y eso, lo disfracen como lo disfracen, implica que en Guatemala hay una minoría que desea volver a la soberanía de la corrupción.
Decir que de Guatemala se debe ir la CICIG sin hablar de los vicios del sistema y peor aún, sin reconocer nuestros grandes problemas y, menos todavía, sin que digan cómo los debemos resolver los guatemaltecos, es quiérase o no, un apoyo al sistema corrupto que hemos tenido.
Por eso siempre he cuestionado a quienes dicen oponerse, pero que no tienen la capacidad (o en muchos casos la voluntad) de hablar con la misma convicción acerca de los cambios que necesitamos para vencer nuestra triste y cruda realidad.
Quienes se sienten representados por Morales deben saber que él, sus roscas y quienes le apoyan y respetan sus decisiones, lo que buscan es volver al sistema de antes que tanto Monzón como los operadores de Sinibaldi ahora retratan de cuerpo entero y que llora sangre. En ese sistema se aceptaban los vicios y no se rendían cuentas a la justicia.
Por ejemplo, decir que alguien se opone a la CICIG porque Otto Pérez y Baldetti no han llegado a juicio es ser muy iluso o demasiado vivo porque cualquiera que medio se desea enterar de la realidad sabe que quienes no han querido ser juzgados son ellos mismos y han recurrido a tácticas dilatorias para evitar que el proceso continúe, pues siempre han tenido la esperanza de que se materializara lo que ahora fragua Morales con tanto empeño. Lo de que no han querido llegar a juicio se puede probar con las actuaciones procesales.
Guatemala se está jugando mucho como para que algunos midan con una vara los hechos de Ortega y con otra los de Morales. Insisto, lo que hoy creen que es bueno porque beneficia a los “amigos” y compañeros de gremio, no lo será en el largo plazo porque si se instala la dictadura de la corrupción, tendrán que regresar al pasado de la extorsión de los políticos en todos sus niveles y esferas.
Hablar de que la CICIG o Iván Velásquez (quien lideró las investigaciones que con pruebas desnudaron al sistema) se deben ir sin hablar de los vicios existentes, es desear volver a la soberanía nacional de la corrupción y la impunidad.