Jorge Morales Toj
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Como lo dijo mi paisano Humberto Ak´abal: “Hablo para taparle la boca al silencio”. Agradezco a La Hora por darme este espacio, para alzar la voz, de los sin voz, abordando distintos asuntos de interés general.
Uno de los problemas estructurales de Guatemala, es la injusta distribución de la tierra. Un problema añejo, de los que muchos no quieren hablar y en el que muchos están involucrados. Según el Instituto Nacional de Estadística, en el IV Censo Nacional Agropecuario, Guatemala tiene uno de los coeficientes de Gini de concentración de la tierra más altos a nivel mundial, de 0.84.10. Somos el país más desigual de Centroamérica y uno de los más desiguales en el mundo.
La desigualdad en tenencia de la tierra tiene rostro de mujer, porque solo 6 de cada 100 propietarios son mujeres, asimismo, el 12% de los hogares rurales que se dedican a la agricultura, no poseen tierra.
Recientemente, la FAO desarrolló varios seminarios a nivel nacional y presentó algunos datos que ilustran el agravamiento de la situación agraria: Según cifras presentadas, del 2005 al 2015 se registraron 37,234 conflictos asociados a (o derivados de) la propiedad, la posesión y la tenencia de la tierra.
En los registros de la Secretaría de Asuntos Agrarios existen 1,444 conflictos ingresados en 2017. Existen distintos tipos de conflictos agrarios, el 66.6% es de disputa de derechos, el 16.8% es de ocupación, el 12.1% es de regularización y el 4.5% es de límites territoriales.
Los datos indicados, nos muestra la grave situación agraria de Guatemala. Somos un país que a lo largo de su historia viene cargado los problemas históricos desde la invasión española, con todo el peso del despojo de tierras y la construcción los pueblos de indios, asimismo, lo que implicó la reforma liberal y la imposición de latifundio y el minifundio.
La única oportunidad que Guatemala tuvo de abordar y resolver los históricos problemas agrarios fue en el contexto de la Revolución de Octubre, el cual, fue truncado por la invasión y el derrocamiento del gobierno de Árbenz.
La historia reciente después de 1954, ha sido de saqueo de tierras a comunidades indígenas, de adjudicaciones anómalas a grandes terratenientes, de tierra arrasada y de aldeas modelo. La historia ha sido de usurpaciones de tierras a comunidades bajo el militarismo de las décadas del Conflicto Armado Interno.
La década de los ochenta, para cientos de comunidades, de personas indígenas, en el marco de la contrainsurgencia los destacamentos, las zonas y los jefes militares con el poder de las armas usurparon tierras de personas indefensas, de comunidades completas y de los ejidos municipales.
En el departamento de Quiché, hay varias historias de despojo de tierras que se dieron en los años más tristes y más oscuros. En los años ochenta, la base militar número 20 de Santa Cruz del Quiché, con abuso de poder se apropió indebidamente de tierras de los campesinos.
Uno de esos días oscuros, convocaron a la zona militar a mi abuela y le obligaron a estampar la huella dactilar de su dedo pulgar sobre unos documentos, ella no podía leer ni escribir. El Coronel le dijo: “Estas tierras ya son del Ejército y vos ya no podés venir acá”. Así han sido las historias de despojo de nuestras tierras.