Con más de treinta años de vivir en Estados Unidos, el migrante guatemalteco Enrique Monzón relató al sitio electrónico Soy Migrante de la OIM, los motivos que lo llevaron a dejar su casa y amigos, pero que se tradujeron en la búsqueda de nuevas oportunidades y conseguir un mejor futuro para él y sus seres queridos.
Monzón tenía un trabajo en Guatemala, pero señala que no era suficiente ni siquiera para adquirir una bicicleta y mucho menos un vehículo o una vivienda que en ese momento eras algunas de sus prioridades.
Por Redacción La Hora
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Al llegar a Estados Unidos, Monzón logró cumplir todos sus sueños y ayudar a su familia que aún vive en Guatemala a salir adelante.
“Sostengo contacto con ellos y cada vez que puedo les visito. Esto era particularmente difícil antes pues era uno de los tantos indocumentados en esta ciudad, sin embargo, con la asesoría correcta logré la residencia y posteriormente la ciudadanía”, explicó.
Asimismo, recordó que hace algún tiempo tuvo una complicación de salud crítica y por eso su proceso de obtención de ciudadanía se complicó menos.
Por ello destacó, que cuando son casos especiales, las autoridades brindan ciertos beneficios y es una de las desventajas de quedarse en Guatemala, además, cree que sobrevivir a una enfermedad crónica en su país hubiera resultado cuesta arriba.
Sin embargo, añadió que “no todo fue de esa manera cuando llegué a California. Encontrar trabajo fue un tanto dificultoso ya que en los ochenta la población hispanohablante era reducida y en la mayoría de empresas requerían el inglés; yo no lo hablaba”.
SON MUCHOS LOS PELIGROS Y CADA VEZ AUMENTA LA DESCONFIANZA
Cada vez que recuerda las dificultades que atravesó, Monzón se siente aturdido porque recuerda las situaciones por las que tuvo que pasar para encontrar un empleo.
“Creo que si las autoridades me hubieran agarrado en el camino, en aquel entonces, me regreso a Guatemala. Era un momento en el que podíamos encontrar seguridad en el camino y gente solidaria con la cual contar para que a uno no le hiciera falta nada. Hoy en día son muchos los peligros y cada vez aumenta la desconfianza”, dijo en referencia al camino del migrante.
Finalmente apunta a que considera que las oportunidades laborales tienen características parecidas a las de hace 30 años.
“En ciudad, quien trabaja logra sacar a sus familias adelante. Para las mujeres la situación se torna un tanto difícil, pues una buena parte de los puestos de trabajo son muy pesados y las empresas prefieren dárselos a los hombres”, anotó.