Por Tobias Schreiner
Bristol (Reino Unido)
Agencia (dpa)
Para sus padres, Louise Brown era un pequeño milagro. Para el mundo de la medicina, un avance sin precedentes. Cuando nació en 1978 por cesárea cerca de Mánchester, los diarios de todo el mundo publicaron su foto en sus portadas. La primera persona concebida por fecundación in vitro dividió a la sociedad y generó muchas críticas, sobre todo de parte de la Iglesia. Louise Brown cumplió 40 años.
Esta mujer le debe su vida a la suerte de su padre John. Su madre Lesley no podía quedar embarazada de manera natural y para la familia trabajadora era impagable un tratamiento de fertilidad. Poco antes de partir hacia unas breves vacaciones de verano, John, como tantas otras veces, había rellenado un billete de apuestas de los populares «Football Pools». Cuando la joven pareja regresó a su casa, encontró un cheque por 800 libras en su buzón.
Tras nueve años de intentos vanos de concebir un hijo por la vía natural, los Brown invirtieron el dinero ganado en un tratamiento de fecundación in vitro (FIV), un método que había sido desarrollado sólo poco antes. En 1969 el fisiólogo de Cambridge Robert Edwards había logrado junto con el ginecólogo Patrick Steptoe la primera fertilización in vitro de un óvulo humano.
Nueve años después fueron los mismos dos médicos los que le extrajeron un óvulo a Lesley Brown, lo fertilizaron en el laboratorio y le implantaron a la madre el embrión resultante a través de una operación. «Hasta que no tuvo ya varios meses de embarazo ella ni siquiera sabía que el método era completamente nuevo y nunca antes había funcionado», dijo Louise Brown a dpa sobre su madre fallecida en 2012.
Treinta y ocho semanas después, había llegado el momento: el 25 de julio a las 11:47 se oyó el llanto de Louise en los pasillos del Oldham General Hospital, a una media hora del centro de Mánchester.
El diario sensacionalista «Daily Mail», que se había asegurado los derechos exclusivos de mamá Lesley, calificó a Louise de «superbebé». A nivel mundial se hablaba del primer «bebé probeta».
Más de cien periodistas sitiaron la casa de la familia en Bristol, después de que madre e hija fueran dadas de alta del hospital. Los Brown recibieron incontables tarjetas de felicitación. Pero también hubo reacciones negativas: en un paquete que les envió un católico radical hallaron un feto de plástico y un tubo de ensayo roto, como relató Louise en su autobiografía.
No fue la única ofensa de la que fue víctima la joven familia. El Vaticano comentó que el nacimiento tenía «consecuencias muy graves para la humanidad» y el arzobispo católico de Liverpool lo calificó de «moralmente errado».
Pero a pesar de todas las críticas, el médico Robert Edwards recibió en 2010 el Premio Nobel. Se estima que hasta ahora nacieron en todo el mundo entre seis y ocho millones de personas gracias a la fecundación in vitro.
Los padres de Louise reaccionaron de manera ofensiva a las críticas y recorrieron con la pequeña, que al nacer pesó 2.600 kilos y midió 49 centímetros, numerosos estudios de televisión. Querían demostrarle a todos que Louise era una niña de lo más normal. En los primeros años posteriores a su nacimiento, la niña ocupó espacio en los medios de todo el mundo. Luego la familia se replegó para posibilitarle a su hija una vida normal.
Sin embargo, Louise Brown sigue siendo una estrella hasta la actualidad. «Nunca viví de otra manera. La atención de los medios fue siempre la misma. A más tardar, cada vez que celebro un cumpleaños redondo. A veces es extraño pensar que tantas personas en el mundo saben mi nombre», dijo.
Aún hoy la agenda de Louise Brown contempla citas en todo el mundo, ya sea Nueva York o Tokio. Un evento realizado en Barcelona con motivo de su cumpleaños 40 fue visitado por 12 mil médicos. En febrero de 2017 habló ante el Parlamento Europeo.
De todas maneras, lleva una vida normal. Trabaja como empleada administrativa en una empresa de transporte y vive en Bristol con su familia. Sus dos hijos fueron concebidos de manera natural. Pero a veces desea tener un tercer hijo, asegura. Y para ello, si fuera necesario, no dudaría en recurrir a la fertilización asistida.