Juan José Narciso Chúa

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Guatemalteco. Estudió en el Instituto Nacional Central para Varones, se graduó en la Escuela de Comercio. Obtuvo su licenciatura en la USAC, en la Facultad de Ciencias Económicas, luego obtuvo su Maestría en Administración Pública INAP-USAC y estudió Economía en la University of New Mexico, EEUU. Ha sido consultor para organismos internacionales como el PNUD, BID, Banco Mundial, IICA, The Nature Conservancy. Colaboró en la fundación de FLACSO Guatemala. Ha prestado servicio público como asesor en el Ministerio de Finanzas Públicas, Secretario Ejecutivo de CONAP, Ministro Consejero en la Embajada de Guatemala en México y Viceministro de Energía. Investigador en la DIGI-USAC, la PDH y el IDIES en la URL. Tiene publicaciones para FLACSO, la CIDH, IPNUSAC y CLACSO. Es columnista de opinión y escritor en la sección cultural del Diario La Hora desde 2010

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Juan José Narciso Chúa

En nuestro país todo cambia, sí todo cambia, pero dichos cambios se centran en cuestiones puramente coyunturales, así como descansan en aspectos estrictamente de intereses personales o gremiales; por supuesto que todas aquellas enormes falencias sociales, no cambian absolutamente nada, ello tendrá que esperar, porque en este momento lo que debe cambiar es todo aquello que afecta a grupos de interés, tanto políticos como económicos.

Dentro de este contexto, hoy -creo que se pueden situar temporalmente en el 2015-, asistimos a presenciar una serie de expresiones que se han convertido en auténticos “clichés”, pero que en el fondo no son más que mentiras, que apuntan a recrear un discurso que al final pretende colocar en el imaginario colectivo y mediático una supuesta verdad o generar una argucia que muchas personas repiten sin darse cuenta que únicamente constituyen auténticos formas para ayudar a grupos económicos y políticos que hoy se encuentran ante la potencialidad de ir a parar a la cárcel.

Dentro de este contexto, cuando se iniciaron los grandes casos de defraudación y corrupción, como fue el denominado Caso La Línea, pudimos observar cómo políticos -funcionarios y diputados, por ejemplo-, a lo cual se sumaron muchos representantes de la iniciativa privada, señalando que era necesario velar por el “debido proceso”, que era imprescindible “garantizar juicios justos”. Estas expresiones fueron tomando mayor relevancia cuando aparecieron casos en donde los involucrados eran empresarios, como el caso de Cooptación del Estado, cuando las voces tomaron mayor fuerza y el “debido proceso”, la “presunción de inocencia” y la “garantía de un juicio justo”, se hicieron escuchar con frecuencia.
Cuando ocurrió la conferencia de prensa de los representantes de las grandes familias del país, que no eran empresarios comunes y corrientes, ni tampoco personeros del CACIF, también se pudo observar en sus comunicados que “aceptaban haber cometido errores” (ojo, no delitos), pero que estaban dispuestos a testificar sobre lo ocurrido pues “fueron engañados”. Las expresiones del “debido proceso”, “la presunción de inocencia” y la “garantía de un juicio justo”, tomaron mayor relevancia, así como se reiteraron las expresiones del “sesgo o selectividad de la justicia”, la “judicialización de la política”, pero también emergió lo relativo a la oposición a la “prisión preventiva”.

Hoy también se ha insistido, incluso por el propio Presidente del Banco de Guatemala, quien se ha unido a este grupo, quien sumisamente, también señala “la falta de certeza jurídica”, principalmente lo referente a las resoluciones de la Corte de Constitucionalidad han afectado a la economía y a ello se suma “que la falta de resolución de la CC en relación a la Minera San Rafael, “ha impactado a la economía”. Luego aparece un ex miembro del Partido Patriota, rasgándose las vestiduras y diciendo paladinamente “la lucha contra la corrupción afectó a la economía”.

Ahora, con el lamentable fallecimiento de un exdiputado emerge con fuerza, la necesidad de “revertir la prisión preventiva”, así como la “deshumanización de la justicia”, con lo cual ahora diputados reconocidos por su poca honorabilidad, casi se desgañitan pidiendo que se denuncie a la juez que no permitió la prisión domiciliara de este diputado, se encargan de esconder que la enfermedad del exdiputado era terminal.

Pero la verdad es que hoy les estalla en la cara, todo un sistema que ellos -funcionarios, diputados y empresarios-, crearon para favorecerse a sí mismos; son aquellos que se beneficiaron de privilegios económicos; son todos aquellos que se negaron a las reformas del sector justicia; son los mismos que eligieron a una CSJ para que no afectara sus intereses -excepción que hago de magistradas como María Eugenia Morales Aceña y Delia Marina Dávila-, hoy reclaman a un sistema de salud que ellos mismos erosionaron; hoy casi lloran diciendo que la justicia se ha sesgado, cuando son ellos quienes la construyeron; ellos son los que señalan a la CC de dañar el clima de inversión, pero cuando fueron “sus” magistrados, salvaron la condena de Ríos Montt.

Todo este sistema fue creado perversamente por todos estos que hoy piden “pelo”. Las paradojas de la vida. Los cambios van a continuar y seguramente todos aquellos que erosionaron al Estado y corrompieron a las instituciones, seguirán llorando por un pasado que no volverá.

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